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Batalla Electoral 2024

Optimismo Vs. realidad

Aunque en la agenda nacional los temas dominantes en el recién iniciado 2020 serán inevitablemente las cuestiones políticas y electorales por los comicios municipales, congresuales y presidenciales, las autoridades salientes y entrantes deberán emplearse a fondo para abordar la creciente espiral de feminicidios con que finalizó el 2019 y comenzó el 2020.

Aunque en la agenda nacional los temas dominantes en el recién iniciado 2020 serán inevitablemente las cuestiones políticas y electorales por los comicios municipales, congresuales y presidenciales, las autoridades salientes y entrantes deberán emplearse a fondo para abordar la creciente espiral de feminicidios con que finalizó el 2019 y comenzó el 2020.

La sangrienta secuencia de feminicidios ha sido tan aterradora que ha dominado, por encima de las actividades político-partidaria, la atención y los titulares de primera página de los diarios, obteniendo igual despliegue y tratamiento en noticieros de radio y televisión, además de las redes sociales.

No pasa un día sin que la población se vea estremecida por la noticia de nuevas tragedias mortales de que son víctimas mujeres indefensas, cuyos hijos quedan sumidos en la orfandad, la indefensión y grandes frustraciones psicológicas difíciles de subsanar.

Estamos ante un flagelo no exclusivo de la República Dominicana, pero no por ello debemos restarle impacto e importancia y, muy por el contrario, prestarle cada día mayor significación, pues se trata de un problema humano y social en permanente expansión.

Para nosotros es un asunto de tal gravedad, que a pesar de las estadísticas de las autoridades, que nos sitúan en descenso con respecto a años anteriores, el fenómeno se incrementa, a tal punto que en el cuadro hemisférico estamos el cuarto lugar de países latinoamericanos con una tasa de feminicidios de 110, después de El Salvador con 345, Honduras con 264 y Guatemala con 221.

Quisiéramos ser optimistas y pensar que nuestra situación no es tan dramática y que quizás deberíamos potencializar otros asuntos que tienen elementos positivos, pero en honor a la verdad, incurriríamos es una grave falta, además de una imperdonable irresponsabilidad, si ignoráramos la realidad de lo que está aconteciendo con estos asesinatos de mujeres.

Cada día 30 mujeres denuncian acciones de violencia de parte de sus maridos y exparejas y lo más penoso es que muchos casos terminan siendo la crónica de una muerte anunciada porque estuvieron precedidos de agresiones, denuncias y amenazas que no lograron activar los mecanismos preventivos que corresponden a las autoridades.

Sin embargo, es de justicia reconocer que entre enero y noviembre del año pasado la Línea Mujer 2012 atendió 10,278 llamadas y logró brindar protección a por lo menos 1,582 personas. Aunque meritorio, el ingente esfuerzo no ha sido suficiente para detener la espiral de feminicidios que se registra en diferentes puntos de geografía nacional.

Como han señalado con mucho aciertos sociólogos y estudiosos del tema, la prevención tiene que comenzar desde las aulas con un programa sostenido de reeducación y cambio cultural para ir cambiando las ideas machistas que llevan a los hombres a ver a las mujeres como meros objeto de sus deseos, desconociendo sus derechos como seres libres y dueñas de sus destinos.

Quizás sería conveniente observar las estrategias de prevención que han dado resultado en otros países para reducir las estadísticas de feminicidios, como ha ocurrido en Bolivia, Costa Rica y Nicaragua, que lograron bajar estas muertes entre un 10 y un 50% durante el 2019.

Estas naciones, al igual que otras de la región, han logrado articular campañas con educación y acciones judiciales para reducir drásticamente la violencia de género que conturba a tantas familias en el continente.

En medio de este fatídico drama, y como ha ocurrido en otras ocasiones en que el flagelo se incrementa, ha surgido nuevamente como tema de debate si los medios de comunicación deberían o no dar difusión a estos hechos porque algunos opinan, quizás de forma infundada y peregrina, que las publicaciones en alguna medida estimula la repetición de acciones sangrientas.

Soraya Lara, especialista en el tema y directiva del Patronato de Ayuda a Casos de Mujeres Maltratadas (PACAM), estima que estas noticias no pueden ser silenciadas porque se incurriría en un acto de complicidad y lo que sí se requiere tal vez es un tratamiento más cuidadoso para evitar, con ciertos términos y enfoques equivocados, revictimizar a las mujeres que son objeto de agresiones.

De cualquier forma, lo aconsejable y pertinente es que la sociedad en su conjunto tome mayor conciencia sobre este fenómeno y contribuya a combatirlo desde diferentes ópticas y vertientes para que las mujeres cuenten cada día con mayor respeto y protección.

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