REDACCIÓN.- Algunas personas creen que este postre surgió en México, pero su origen se encuentra en China y llegó a tierras mexicanas gracias a mercaderes portugueses, quienes degustaban el ‘youtiao’ —también conocido como ‘demonio frito’ o ‘palo en aceite’— durante sus travesías.
Se trata de un pan con forma alargada parecido a los churros de algunas regiones de Europa. Este platillo se caracteriza por su sabor y textura similares a las porras españolas pero, en lugar de acompañarse con una taza de chocolate, se sirve con leche de soja o con sopa de arroz.
Algunas versiones sugieren que los antiguos mercaderes europeos recrearon este manjar en la Península Ibérica con forma de estrella y distintos ingredientes, como azúcar en lugar de sal.
Años más tarde, adoptaron este tentempié las comunidades españolas, en especial los ministros evangélicos, quienes lo denominaban ‘oveja churra’ por el presunto parecido que tenía con los cuernos de dicho animal. Otros testimonios sugieren que los churros empezaron a consumirse en Cataluña a principios del siglo XIX, pero se desconoce quién fue su inventor.
Lo cierto es que, tras la llegada de Hernán Cortés y sus soldados a lo que hoy es México en el siglo XVI, gran parte de la gastronomía europea se propagó por ese territorio y se propagó hacia el centro y el sur de América.
Ese alimento de tan variada evolución comenzó como un palo delgado y de poco sabor y evolucionó hasta sus más exóticas y fascinantes variantes mexicanas: churros rellenos de queso, zarzamora, chocolate, dulce de leche, cajeta e, incluso, guayaba, por mencionar algunos.
Hoy en día, este platillo de gran herencia mestiza se puede degustar en cualquier cafetería de México.
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