REDACCIÓN NTERNACIONAL.- El papa Francisco pidió este sábado a los padres que no sean ansiosos y sobreprotectores y que dejen a los hijos «vivir su misión», en la misa de clausura del X Encuentro Mundial de las Familias, que se ha celebrado en estos días en Roma.
Francisco no ofició la misa por sus problemas en una rodilla, pero sí leyó la homilía en la que se refirió a la familia como «el lugar del encuentro, del compartir, del salir de sí mismos para acoger a los otros y estar cerca de ellos» y «el primer lugar donde se aprende a amar».
En su lugar celebró la misa ante varias decenas de miles de personas en la plaza de San Pedro, a pesar del intenso calor, el cardenal Kevin Joseph Farrel, prefecto del dicasterio para los laicos, la familia y la vida.
En su homilía, el papa pidió además defender a la familia y no dejar que «se contamine con los venenos del egoísmo, del individualismo, de la cultura de la indiferencia y del descarte, y pierda así su ADN que es la acogida y el espíritu de servicio».
De los padres lamentó que a veces temen que sus hijos «no sean capaces de orientarse en la complejidad y en la confusión de nuestras sociedades, donde todo parece caótico y precario, y que al final pierdan su camino».
«Este miedo hace a algunos padres ansiosos, a otros sobreprotectores, y a veces termina incluso por impedir el deseo de traer nuevas vidas al mundo», aseveró.
Y por ello animó a los progenitores a ayudar a los hijos a que «descubran y acojan su vocación» y así «tendrán la fuerza de afrontar y superar las dificultades de la vida».
Al respecto agregó improvisando que «se necesita mucho valor para casarse» y que muchas madres le piden que anime a sus hijos a casarse y que él responde: «no le planche las camisas, que salga del nido».
Y aquellas familias que viven momentos de crisis, «pues el camino no es fácil», agrego, les animó a «seguir adelante» y no pensar «en volver con la mamá».
Añadió, que «no hay nada más estimulante para los hijos que ver a los propios padres vivir el matrimonio y la familia como una misión, con fidelidad y paciencia, a pesar de las dificultades, los momentos tristes y las pruebas».
A las familias, el papa invitó «a no tener otras prioridades, a no volver atrás”, es decir, «a no echar de menos la vida de antes, la libertad de antes, con sus ilusiones engañosas».
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