Alusiones o menciones de la prensa disgustan a algunos que reaccionan insultando o demandando. Si la opinión áspera o el juicio errado recaen sobre otro, el morbo los hace tolerantes. Lo propio pica. Lo ajeno causa gozo insano.
En Londres, donde inventaron la caballerosidad, estrictos árbitros sociales dicen que un “gentleman” jamás usa perfume, no levanta la voz ni para mandar sus perros, o caballos, y su nombre sale en la prensa sólo tres veces: al nacer, casarse y morir (los últimos dos sólo si casa y muere bien…). La cuestión es que ser periodista es tremenda canana.
Mi papá sufrió cuando entré a estudiar derecho y luego cuando comencé el periodismo hace 45 años. Me apena que causé tan gran decepción con profesión desdeñada y desafortunado oficio. Quizás este me escogió a mí; aunque intento zafarme siempre quedo enredado. En fin, los caballeros y la demás gente honorable no requieren aclaraciones. Quien no te la da no te quita tu honra. Batir mucho da suspiritos o suflé: ambos llenos de aire…
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