El periodismo dominicano ha evolucionado mucho desde que estoy inmerso en este afán, hace casi medio siglo. Tuve la fortuna de conocer y tratar cercanamente a paradigmáticos líderes de opinión que para influir nunca subieron la voz, dijeron insultos o vulgaridades ni acumularon demandas por difamación e injuria como si mientras más mejor.
Me refiero a auténticos caballeros como Germán Ornes, Rafael Herrera, Rafael Molina Morillo, Francisco Comarazamy, Freddy Gatón Arce, Mario Álvarez Dugan y Radhamés Gómez Pepín, para referir sólo algunos que ya cumplieron su ciclo vital. Entre los vivos hay muchos a quienes admiro aun cuando no siempre coincidamos. Reconocer en otro calidad o excelencia no es una búsqueda sólo de coincidencias sino de discrepancias expresadas respetuosa, decente e inteligentemente.
Del que se va nadie habla mal. Me parece muy correcto. El respeto al dolor del duelo ajeno es una muestra de buena educación. Pero sí creo necesario, especialmente para jóvenes que ya son o desean ser periodistas, recordarles que el éxito no es escandaloso, irrespetuoso ni violador de las normas básicas de la decencia.
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