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Batalla Electoral 2024

Paradójico y chocante

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Mario-Rivadulla-3001Con motivo de la reciente visita a Cuba del Presidente Barak Obama y el nuevo giro que desde diciembre de 2014 comenzaron a tomar las relaciones entre su gobierno y el presidido por Raúl Castro, no dejan de causar asombro algunos enfoques que se han producido en el plano local, influidos más por condicionamientos ideológicos de quienes continúan anclados en la época cada vez más distante de la “Guerra Fría” o por una casi patológica fobia “antiyanqui” que les resta todo sentido de objetividad.

En verdad resulta paradójico y chocante que quienes defienden aquí a rajatabla la vigencia de los derechos humanos y están siempre prestos a denunciar, con sobrada justicia, toda agresión a las libertades públicas y el derecho a la libre expresión, ignoran estos vitales principios establecidos en la Carta de las Naciones Unidas de la que el régimen cubano es signatario y pertinaz violador, mientras queman incienso y agotan el diccionario de los mayores elogios a la figura nonagenaria de Fidel Castro, con un entusiasmo que poco tendría que envidiar a los que en su momento recibió el dictador Rafael Leónidas Trujillo.

Esto así, en tanto se empeñan de presentar la nueva situación como un “triunfo de la heroica resistencia del pueblo cubano”, que en realidad, oprimido y sin voz, en todos estos años, no ha tenido más remedio que someterse a las arbitrariedades de régimen, salvo cuando se le presentó la oportunidad de emigrar o en aquellos casos en que, sin visa ni recursos para pagar el pasaje en avión, decidieron jugar su suerte y destino a la temeraria y tantas veces fúnebre aventura de lanzarse a la conquista del Estrecho de la Florida en frágiles y sobrecargadas embarcaciones o cualquier cosa que flotase.

Olvidan, obvian o silencian hechos tan evidentes como los siguientes:

Que el Movimiento 26 de Julio en su programa original ofrecía el restablecimiento de la Constitución de 1940 (que a pesar del tiempo transcurrido resiste al presente la comparación con cualquiera de las más progresistas), libertad de los presos políticos, elecciones libres y democráticas y libertad sindical, que fue lanzado al zafacón una vez arribado al poder.

Que al comienzo de la Revolución, el propio Fidel proclamó y reiteró hasta el cansancio que la misma no tenía nada de marxista y que era “más cubana que las palmas.”

Que posteriormente, previo a la frustrada invasión de Bahía de Cochinos, dijo sin el menor sonrojo que siempre había sido marxista (seguramente confundiendo el término con el más apropiado de “fidelista”) y que si no lo había proclamado en la Sierra Maestra es porque en tal caso hubiera sido el propio pueblo de Cuba el que le hubiera impedido triunfar, admitiendo de ese modo de manera implícita la gran vocación democrática de este.

Que antes de la Revolución, pese a la corrupción atribuida a los gobiernos de Grau y Carlos Prío Socarrás luego ampliada con el agregado de las torturas y crímenes durante la dictadura de Fulgencio Batista, Cuba había dejado de ser un país subdesarrollado para convertirse en una sociedad en vías de progreso, con grandes avances en todos los sentidos, tal como consta en los Indices de Desarrollo de las Naciones Unidas de la época, gracias al espíritu emprendedor, laboriosidad, dinamismo y creatividad de la sociedad civil de la época, gran parte de cuyo éxito se ha manifestado ahora en los más variados campos de la emigración.

Que se trata de una dictadura hereditaria, que nada tiene que envidiar a las cada vez más anacrónicas monarquías dinásticas, la más prolongada que registra la historia del hemisferio.

Que cuenta en su haber con miles de fusilados, muchos de ellos en juicios arbitrarios y sin la menor posibilidad de defensa; cientos de miles de cubanos que a lo largo de este mucho más de medio siglo han pasado por las cárceles, en muchos casos con condenas de 20, 25 y 30 años sin haber matado a nadie y provocado el mayor éxodo de todos los tiempos por estos lares, figurando entre los primeros y los segundos, muchos que combatieron con valor y patriotismo la dictadura batistiana, incluyendo ex asaltantes del Moncada, expedicionarios del Gramma y participantes en la resistencia civil. En adición, una apreciable cantidad de cubanos han perdido la vida en el inútil empeño de “convertir Los Andes en la Sierra Maestra de SurAmérica”, en la frustrada guerrilla de Bolivia y en las guerras intervencionistas y ajenas de Africa, entre estas la que convalidó el golpe de estado y dictadura del sanguinario coronel Mengistu, promotor del “terror rojo” en Etiopía, que dejó un impresionante saldo de medio millón de asesinados antes de fugarse al extranjero con la enorme fortuna que acumuló.

Que se pasa por alto la infamia de los campos de concentración de la UMAP donde fueron enviados miles de cubanos por sus creencias religiosas, su “perfil burgués” o sus preferencias sexuales (admitido luego por el propio Fidel como “un error”) y la canallada de los “actos de repudio” contra hombres,mujeres,niños y ancianos llevados a cabo por el solo delito de pensar diferente o querer abandonar el país que poca diferencia marcan con las persecuciones de que fueron víctimas los judíos en la Alemania nazi.

Que durante más de medio siglo, con embargo y sin embargo, pese a la amplia ayuda de la Unión Soviética primero y Venezuela posteriormente, acumula la más abultada agenda de de realizaciones incumplidas (Cuba iba a ser una “tacita de plata”, se iba a lograr un nivel de vida más elevado que los Estados Unidos, se iba a exportar más quesos que Holanda…y otra cantidad infinita de promesas a cada cual más disparatada y divorciada de la realidad). Hoy, se trata en realidad de un país quebrado, con una economía que acumula estrepitosos y continuos fracasos y que no ofrece la menor esperanza de mejoría a sus empobrecidos ciudadanos.

Que con condiciones de suelo y climáticas similares a nuestro país y un territorio dos veces y medio mayor, que produce entre el 80 y 85 por ciento de los alimentos agrícolas que consume, más el cuantioso suministro al turismo, la agroindustria y la creciente exportación, Cuba tiene, por el contrario que importar esa misma proporción, la cual es suplida en gran medida por los Estados Unidos al margen del embargo, debido al persistente desastre de sus planes agrícolas, la falta de incentivos a los productores y la resistencia cada vez mayor de los cubanos a incorporarse a la agricultura. (Por si a alguien se le ocurre atribuirlo a la falta de fertilizantes e insumos debido al tan abusado argumento del embargo, es oportuno recordar que desde nuestro país se les ha suplido tanto unos como otros).

Que en Cuba los escasos medios de prensa existentes están totalmente sometidos a la censura. Solo se publica lo que las autoridades quieren que se divulgue. El pueblo cubano vive en la ignorancia y es el menos informado y más desinformado de todo el Continente. En suma no existe la libertad expresión, de quienes aquí, en cambio, tienen la oportunidad de la que hacen uso, para cantarle loas a Fidel y al sistema.

Que a poco de asumir el poder hereditario que le entregó su hermano, Raúl Castro, pronunció un discurso ante la Asamblea Nacional, donde advirtió en forma categórica “O Cuba cambia o se hunde”. La angustiosa exclamación, que no tenía nada que ver con el embargo sino con la inocultable quiebra de la economía cubana, se destacó en la prensa nacional (imposible no haberla leído) pero que parece haber quedado sepultado en el olvido de la que el desaparecido poeta Heberto Padilla, llamó “La mala memoria”, de que parecen aquejados algunos apasionados defensores de un sistema que no les permitiría expresarse en modo alguno con la libertad que lo hacen aquí.

Que en Cuba el misérrimo salario promedio de un trabajador es apenas equivalente a 25 o 30 dólares y el de un médico no pasa de 40. Que no existe derecho a la huelga ni a la libre contratación en violación a las normas de la OIT. Que el Estado negocia directamente los contratos de trabajo con las empresas extranjeras, recibe el sueldo acordado en dólares de los mismos y paga en pesos cubanos devaluados una ínfima parte de los trabajadores. Que alquila personal médico para prestar servicio en otros países, al que retribuye con una cantidad mínima mientras se embolsa en su beneficio la mayor parte.

La lista no es excluyente. Por el contrario, resulta demasiado extensa para comprimirla en el espacio razonable de un artículo, que ya se ha prolongado más de lo debido.

Los gobiernos de Estados Unidos y Cuba han roto el hielo de las interrumpidas relaciones entre ambos. Muchos cubanos lo interpretan como una esperanza de mejoría en sus precarias condiciones de vida. Les acompañan nuestros mejores deseos. Hasta donde puedan llegar y en qué forma influir en el futuro en el destino de la isla, su ineficiente sistema económico manejado en su casi totalidad por el estamento militar emparentado o afín a Raúl Castro y siempre sometido a las exigencias políticas, así como cambiar su naturaleza dictatorial rumbo a un modelo abierto y plural (no pocos consideran que solamente será posible a partir de la desaparición física de Fidel y Raúl), queda referido al tiempo. Cualquier pronóstico, en un sentido u otro, resulta de muy dudosa probabilidad.

Pero vigente subsiste la realidad interna de un sistema opresivo. Paradójicamente después del acercamiento entre ambos gobiernos, se ha triplicado la cantidad de detenidos y presos políticos en Cuba y recrudecido el acoso y represión contra las Damas de Blanco. La agenda de lucha de la disidencia con el apoyo de la parte más sensata y realista del exilio queda necesariamente canalizada al propósito de lograr el ejercicio pleno de de las libertades civiles, la oportunidad de discrepar sin temor a represalias y el pleno respeto a los derechos humanos, pasos previos esenciales hacia una apertura democrática y el indispensable proceso de reconciliación y reunificación de la nación cubana. Una asignatura pendiente y a todas luces todavía de muy difícil y dilatada aprobación.

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