A veces gente de mi entorno me pregunta cómo es que algunas personas seguimos apegadas a valores y criterios que parecen definitivamente erradicados del ambiente político dominicano. En esas ocasiones respondo que los que postulamos por una política democrática, inclusiva, basada en una ética de lo público y en un concepto de desarrollo humano trabajamos en el largo plazo sin descuidar las tareas del presente. Es una postura política. Un concepto de que lo común, lo que necesitamos resolver como sociedad, es más importante que el criterio personal, los egos y las diatribas personalizadas.
¿Por qué perseveramos? Porque nuestra convicción es la de que si un grupo de personas sostiene durante el tiempo suficiente una visión de lo público como esfera de formación de la sociedad, de avance constante hacia una mejor forma de convivencia, hay factores materiales y mega tendencias de avance de la humanidad que terminarán por permear nuestro colectivo.
No se trata de creer de forma ciega que el tiempo está a favor de lo que creemos, sino de una cuidadosa observación de lo que marcan las tendencias de desarrollo de la humanidad. La sociedad de la información y el conocimiento favorece la democracia y la responsabilidad individual y social. Y la sociedad dominicana está tan sometida a esas mega tendencias como cualquier otra.
Nuestro devenir como colectivo sobre el planeta está influido por ese contexto cambiante del orden global y cuando las tensiones internas y las externas actúen con sincronía, avanzaremos sin duda en la dirección de una mayor transparencia, rendición de cuentas, participación y democracia. No hay que desesperar sino permanecer, hasta que prevalezcan los valores y criterios que hemos adoptado como fundamento de nuestro actuar político.