Nuestra sangre les encanta. Se alimentan de ella y, al hacerlo, nos dejan un molesto recuerdo en forma de ronchas que se enrojecen y pican. Para evitar las picaduras de insectos es necesario tomar una serie de precauciones.
En este sentido, desde Sanitas, aseguradora especializada en salud, aconsejan:
- No transitar por zonas de floración o frutos al aire libre ni por lugares en los que se acumule basura.
- No caminar descalzo por el césped ni acercarse a colmenas.
- Usar ropa que no sea muy colorida o vistosa.
- Emplear telas mosquiteras en puertas y ventanas y dejar la luz apagada si las ventanas están abiertas.
- Utilizar insecticidas o difusores eléctricos antimosquitos en interiores, sin olvidar airear bien la habitación.
- Mantener a las mascotas desparasitadas y limpias.
- Usar repelentes contra mosquitos si estamos en una zona en la que abundan y en las horas en las que pican con más frecuencia, es decir, la caída de la tarde y la noche.
- De igual modo, la Academia Americana de Dermatología indica que, si vamos a estar fuera por la noche o bien vamos a practicar senderismo en un área boscosa, nos vistamos de manera apropiada para evitar picaduras: cubrir la piel expuesta todo lo posible con camisetas de manga larga, pantalones, calcetines y calzado cerrado.
Recomendaciones en función del insecto
Pero si, pese a haber tomado precauciones, hemos sufrido una picadura, debemos seguir una serie de recomendaciones en función del insecto del que se trate.
Una medida común a todos los tipos de picaduras es no rascarse; hacerlo, empeorará el picor y podemos erosionar la piel e incluso provocar una infección.
1.- Las picaduras más comunes son las de los mosquitos
Estos insectos pican en áreas de la piel que no están cubiertas por la ropa. Suelen hacerlo en una sola zona del cuerpo y dejar varias picaduras, que se inflaman y producen comezón.
Cristina Ortega Casanueva, especialista en alergología pediátrica del Hospital Quirón Salud San José de Madrid, recomienda el lavado de la zona afectada “suavemente con agua y jabón”.
Asimismo, señala que el uso de un producto a base de amoniaco “proporciona un alivio inmediato en las picaduras de mosquitos, pues es un componente que frena de manera rápida y eficaz el picor y la irritación de la piel, además de neutralizar el veneno”.
Más allá de las molestias que puedan ocasionar, las picaduras de mosquito no suelen producir reacciones alérgicas y, por lo general, desaparecen en uno o dos días. No obstante, en algunos lugares hay que tener especial cuidado con los mosquitos ya que pueden transmitir enfermedades como malaria, fiebre amarilla, dengue, etc.
2.- Las picaduras de pulgas y chinches
Son parecidas a las de los mosquitos. Las pulgas suelen llegar hasta nosotros mediante los animales domésticos o si entramos en contacto con animales de granja.
Las chinches, por su parte, pueden acceder a nuestros hogares por diversas vías, por ejemplo, en ropas o maletas y, una vez dentro, se esconden en colchones, sofás, cortinas o muebles y esperan para poder picarnos.
“Las chinches pican de noche y suelen hacerlo en fila, es decir, realizan dos o tres marcas y continúan avanzando para seguir succionando sangre. Son picaduras pequeñas parecidas a las de un mosquito, que se enrojecen con mucha facilidad y causan gran comezón”, señala la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
Para tratar estas picaduras el procedimiento es el mismo que ante las de mosquito. No obstante, es necesario eliminar estos insectos para que no nos vuelvan a picar.
3.- Garrapatas
Como ocurre con las pulgas, las garrapatas pueden llegar a nosotros a través de los animales domésticos o bien cuando salimos a pasear por el campo. Las garrapatas pueden ser muy pequeñas pero aumentan de tamaño a medida que se van llenando de sangre.
La AEDV explica que estos animales entierran su cabeza en nuestra piel para succionar sangre, lo que ocasiona dolor, comezón y molestias y suele dejar una pequeña herida.
Además, es importante recordar que las garrapatas pueden transmitir distintas patologías como la enfermedad de Lyme o la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo.
Los expertos de la AEDV indican que, en caso de picadura, hay que taponar el orificio de la lesión con aceite mineral, glicerina o vaselina para facilitar la extracción de la garrapata.
“Retírela con la ayuda de unas pinzas, una vez que se haya desprendido. Si no tiene pinzas, utilice guantes o un trozo de plástico para proteger sus dedos. No se recomienza puncionar o romperla dentro de la lesión porque se pueden producir infecciones”, detallan.
4.- Abejas y avispas
Durante el verano también aumenta el riesgo de sufrir picaduras de abejas y avispas, puesto que pasamos más tiempo al aire libre. Si nos pica una abeja, deja el aguijón dentro de nuestra piel y habrá que extraerlo inmediatamente para evitar que inyecte todo el veneno dentro.
Los dermatólogos de la AEDV recomiendan hacerlo raspando con la parte posterior de una tarjeta de crédito o algún otro objeto de borde recto.
“No utilice pinzas, ya que éstas pueden apretar el saco del veneno y aumentar la cantidad de veneno liberado”, advierten.
Una vez extraído el aguijón, debemos observar qué tipo de reacciones se producen. Tanto las picaduras de las abejas como las de las avispas suelen producir inflamación, enrojecimiento, hinchazón y dolor.
“Estas reacciones son normales, no comprenden más allá de la zona de la picadura y no resultan peligrosas para la vida”, apuntan los especialistas de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP).
“En estos casos se puede aplicar hielo o alguna compresa para reducir la inflamación y habrá que lavar bien la zona para evitar que se infecte”, aconsejan.
En este sentido, debemos tener en cuenta que, para aplicar hielo sobre la piel, hay que envolverlo primero en una tela o gasa limpia ya que poner hielo directamente en la piel puede ocasionar una quemadura por frío.
Una vez envuelto el hielo, se coloca sobre la lesión durante al menos 10 minutos, se retira durante otros 10 y se repite el proceso.
No obstante, el mayor peligro de las picaduras de abejas y avispas es que causen una reacción alérgica.
La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) subraya que cuando el área inflamada tiene un diámetro de más de 10 centímetros la reacción alérgica ya se considera patológica.
En algunos casos se producen lesiones en la piel a distancia de la picadura, dificultad para respirar, mareo o síntomas digestivos, lo que constituye una reacción alérgica generalizada grave también llamada anafilaxia.
Si la persona que ha sufrido la picadura ya está diagnosticada y tiene prescrita adrenalina (que debe llevar siempre consigo) habrá que administrársela inmediatamente.
En cambio, si es la primera vez que sufre este tipo de reacción, es necesario trasladarla a un centro de salud cuanto antes para que le puedan inyectar adrenalina.
“Cuando alguien experimenta una reacción local importante, y sobre todo si sufre una reacción generalizada tras la picadura de uno de estos insectos, debería solicitar a su médico de cabecera que le remita a un servicio de alergia hospitalario para su evaluación. Allí se le someterá a pruebas diagnósticas y se le pautará tratamiento con inmunoterapia en caso de estar indicado”, señala la doctora Teresa Alfaya, miembro del Comité de Alergia a Himenópteros de la SEAIC.