REDACCIÓN INTERNACIONAL.- La píldora anticonceptiva masculina aún no es una realidad. Hay varias investigaciones prometedoras en marcha por distintas vías: la hormonal y la no hormonal, que en un futuro sí pueden conseguir un cambio de paradigma para que el peso de la anticoncepción esté más repartido.
La píldora anticonceptiva femenina supuso una revolución sexual en la década de los 60 y cuando, en un futuro, llegue la masculina será otro hito, tal y como augura la médica adjunta de la Unidad de Reproducción Asistida del Hospital Universitario de Canarias (HUC) y miembro de la Sociedad Española de Contracepción (SEC), Marta Correa.
Para evitar el embarazo de la mujer, la anticoncepción masculina cuenta con el preservativo -barrera además para evitar las enfermedades de transmisión sexual– y la vasectomía, la intervención quirúrgica para cortar el conducto deferente -por el que que van los espermatozoides desde los testículos hasta la uretra-, de forma que impiden que éstos salgan con la eyaculación. Es irreversible.
En este sentido, se han investigado vasectomías reversibles con estudios clínicos que han llegado hasta fase III -la última- en varios países como India, Australia y Estados Unidos. Se trata de inyecciones dentro del conducto deferente con polímeros de silicona y poliuretano con diferentes sustancias. Una vez que se reabsorbía el hombre volvía a ser fértil de nuevo.
“El problema era el seguimiento a largo plazo. Fueron abandonados muchos de esos estudios porque no se logró demostrar la reversibilidad al año en todos los sujetos, y por eso estudios que iban tan avanzados se dejaron de seguir”, explica Correa, quien también es profesora asociada en la Facultad de Medicina de la Universidad de La Laguna (Tenerife).
Otros métodos no hormonales pero reversibles en investigación abordan varias vías: desde la inhibición de la movilidad de los espermatozoides, hasta impedir la fertilización y la espermatogénesis.
En el primer caso, el de suprimir la movilidad de los espermatozoides, hay resultados muy prometedores pero aún no han llegado a fase clínica, sino que se ha experimentado con éxito en ratones.
Entre ellos, un equipo de investigadores del Baylor College of Medicine junto a varias instituciones colaboradoras, se han centrado en identificar una molécula que inhibiera la serina/treonina quinasa 33 (STK33), una proteína que es esencial para la fertilidad en hombres y en ratones.
Investigaciones anteriores han demostrado que la STK33 -que está en los testículos- es necesaria para formar espermatozoides funcionales. En ratones, si se elimina, se vuelven estériles porque generan espermatozoides anormales y con escasa motilidad.
“Hay que saltar primero del ratón al humano, para que sea en fase clínica, pero sí es verdad que los resultados de los ensayos en ratones han sido magníficos. Es una esperanza para el futuro. Es como la gallina de los huevos de oro, porque el efecto es reversible a las pocas horas”, afirma la experta de la SEC.
En cuanto a las investigaciones para conseguir un método anticonceptivo masculino de tipo hormonal, la doctora Correa destaca aquellas de las que se están recopilando datos y que combinan la administración diaria en gel de testosterona con nestorona, para cortar la producción espermática.
El cese de la producción va desde los 20 días a las 20 semanas. Eso es, entre otras cosas, lo que se está concretando con los ensayos.
“Eso es lo que se está viendo, cuánto tiempo también se necesita. Se ha visto que antes de tres meses se consigue en un 90 % de los casos que quedan azoospérmicos, es decir, sin espermatozoides”, subraya la experta de la SEC.
Es una situación que tiene que revertirse, pero, además, hay que investigar, prosigue Correa, qué ocurre con ese 10 % que no está azoospérmico.
Según explica, para considerar la infertilidad, el número de espermatozoides por mililitro debe ser menor de un millón.
Fue el pasado 4 de junio cuando científicos estadounidenses. presentaron este avance científico, que se encuentra en fase 2b de investigación, en la que se evalúa la eficacia.
De momento, son investigaciones, pero no son una certeza, mientras que la anticoncepción femenina lleva décadas de ventaja. ¿Por qué? A juicio de Correa porque “no ha habido interés por parte de la industria farmacéutica y de quienes investigan”.
“Porque para esto también se necesita un cambio de mentalidad, que hasta ahora no hemos tenido. Es verdad que ya cada vez hay más varones dispuestos a realizar una corresponsabilidad, pero si te fijas en las consultas de planificación familiar, seguimos asistiendo a que las mujeres casi siempre van solas”, asevera.
De hecho, a juicio de la experta, si la industria farmacéutica y las sociedad en general hubieran puesto interés tal y como lo hicieron en la píldora anticonceptiva femenina, “claro que ya existiría la masculina”.
La doctora Correa cuenta que en 2008 y 2009 se pararon todas las investigaciones que había en torno a la píldora anticonceptiva masculina. De hecho, dos de las principales compañías que estudiaban sobre ello suspendieron los ensayos sin dar razones claras.
“A lo mejor hay que preguntar a la industria por qué lo hizo”, reflexiona la médica de la Sociedad Española de Contracepción, quien celebra que de nuevo se haya retomado la investigación en este campo.
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