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“Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa”

Un instrumento efectivo utilizado para adiestrar a las mujeres es la culpa. Todas las personas experimentan la culpa, tanto el hombre como la mujer.  Pero  en las mujeres se manifiesta de forma muy acusada,  genera insatisfacción, e incluso predispone a la depresión.

A través de la culpa las mujeres  aprenden a cumplir con los roles de género que deben asumir: sumisión, resignación, conformidad. Cuando una mujer transgrede las normas de género, le asalta el mecanismo de la culpa y la devuelve al chiquero.

Las mujeres, se sienten culpables si no cumplen las expectativas,  condiciona su autoestima. Lo que hacen, lo que piensan y lo que sienten sobre sí mismas, es mediado por la culpa.

Comparto un fragmento del texto de Irantzu Valera que ilustra la culpa.

“Me siento culpable.

Por no tener hijos. Por ser una egoísta que solo piensa en sí misma, y no es capaz de ocuparse del cuidado de otras personas. Por tener envidia de las que tienen hijos.

Por tener hijos. Por no dedicarles el tiempo que necesitan y dejarlos con otras personas y a veces tener ganas de salir corriendo.

Por tener pareja. Por fantasear como sería encontrar a alguien que me despertara verdadera pasión. Por tener envidia de las que son libres.

Por no tener pareja. Por no haber encontrado a alguien que me quisiera lo suficiente como para que el calorcito que sigue a la pasión me baste. Por no haber querido lo suficiente a quienes se han atrevido a quererme. Por tener envidia de las que tienen con quien pasar las tardes de los domingo.

Por tener relaciones sexuales. Por no tener relaciones sexuales.

Por desear a quien no debo. Por no desear a quien debo. Por desear a quien me desea. Por no desear a quien me desea.

Por tener trabajo. Por no tener trabajo. Por decepcionar a quienes pensaron que iba a ser alguien en la vida.

Por decir lo que pienso. Por no decir lo que siento.

Me siento culpable por ser como soy, y por no ser como esperaban que fuera. Porque no soy como creen. Y porque no soy como quisieran que fuera.

Me siento culpable por sentirme culpable.

Y veo mujeres sin culpa, sentirse culpables por lo mismo que yo.

Y por el contrario.

Y me pregunto si no será, la culpa, una estrategia para que nunca estemos contentas, para que nos dejemos culpar de lo que sea, para que encontremos siempre una excusa para agachar la cabeza.

Y me siento culpable por preguntármelo».

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