REDACCIÓN.- El 4 de julio es la fiesta nacional por excelencia en Estados Unidos. Las calles del país se llenan de banderas estadounidenses para conmemorar un día especial: el Día de la Independencia. Pero, ¿qué pasó en esa fecha para que hoy tenga lugar esta celebración?
Todo se remonta a 1776, año en el que Estados Unidos se convirtió en un país independiente. A lo largo del siglo XVI, algunas potencias europeas como el Imperio Británico cruzaron el océano Atlántico y establecieron sus colonias en el continente americano, donde implantaron su propio gobierno y se impusieron a la población autóctona.
Los ingleses establecieron un total de 13 colonias británicas en América del Norte: Massachusetts, Nuevo Hampshire, Rhode Island, Connecticut, Nueva York, Pennsylvania, Nueva Jersey, Delaware, Maryland, Virginia, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Georgia.
Las colonias estaban bajo el dominio de gobiernos que, en realidad, se encontraban a miles de kilómetros de distancia. En este caso, el control de Inglaterra sobre sus colonias empezó a crear ciertas diferencias entre ingleses y americanos, quienes no gozaban de representación en el Parlamento británico y apenas podían tomar decisiones. Sin embargo, el detonante de la rebelión fue algo mucho más mundano: los impuestos.
Después de la Guerra de los Siete Años (1756-1763) contra Francia, Inglaterra comenzó a tener muchos problemas económicos: el país estaba prácticamente en bancarrota. Por esta razón, el Imperio británico decidió imponer una serie de impuestos sobre las colonias americanas para recaudar más dinero.
La metrópoli (que es como se conocía al gobierno británico) subió los impuestos al azúcar, el sello y el té, algo que provocó un gran malestar entre los habitantes de las colonias, que no tenían ninguna posibilidad a nivel político de impedir esta resolución. Así, comenzaron los incidentes violentos y movilizaciones populares por parte de las colonias.
Entre estas movilizaciones, una de las más reconocidas fue el motín del té, que ocurrió en Boston el 16 de diciembre de 1773. Ese día, los colonos americanos tiraron grandes cantidades de té británico al agua a modo de protesta contra los impuestos. Este acontecimiento sentó las bases de la rebelión que se desató después.
Después del motín del té y otras movilizaciones, el descontento de las colonias británicas era tan grande que desembocó en una guerra: la Guerra de Independencia enfrentó a las 13 colonias británicas de América del Norte contra el Reino de Gran Bretaña.
El 4 de julio de 1776, en mitad del conflicto, 56 congresistas estadounidenses aprobaron la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, un texto redactado por Thomas Jefferson, John Adams y Benjamin Franklin. Aun así, la Independencia no puso fin a la guerra con los británicos, que duró hasta 1783.
El Congreso Continental de Filadelfia aprobó entonces por unanimidad que las 13 colonias norteamericanas que formaban parte de los territorios de Gran Bretaña en el continente americano eran oficialmente independientes a partir de ese momento, motivo de celebración cada 4 de julio.
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