REDACCIÓN INTERNACIONAL.- La insuficiencia cardíaca (IC) es una enfermedad que se produce cuando el corazón no tiene la capacidad de bombear suficiente sangre con oxígeno al organismo. Como consecuencia, la fatiga extrema, la hinchazón de los pies o la dificultad para respirar son algunos de los síntomas que se manifiestan en las personas con esta patología.
La primera etapa se define como la situación de una persona que tiene un alto riesgo de desarrollar una patología como la insuficiencia cardíaca pero que su corazón aún todavía funciona de forma normal. En este caso, los síntomas se caracterizan por una tensión arterial alta que puede deberse a diversas enfermedades coronarias, la diabetes o antecedentes de fiebre reumática o familiares que hayan padecido miocardiopatía.
Entre los adultos mayores con insuficiencia cardíaca en etapa temprana, también conocida como preclínica, la diabetes no controlada puede aumentar sustancialmente el riesgo de progresión de la insuficiencia cardíaca, según un nuevo estudio dirigido por la Universidad Johns Hopkins.
Los científicos descubrieron en el estudio que se acaba de publicar en la revista Journal of the American College of Cardiology que el control de la diabetes en las primeras etapas del proceso de insuficiencia cardíaca tiene un enorme potencial para prevenir significativamente la progresión a una etapa posterior, o insuficiencia cardíaca manifiesta.
El grupo de especialistas recopiló sus datos del Estudio de riesgo de aterosclerosis en las comunidades (ARIC), un análisis en curso financiado por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos que analiza los resultados médicos de la acumulación de placa en las paredes de las arterias. Los investigadores seleccionaron a más de 4.700 participantes de ARIC y examinaron sus datos clínicos, que se recolectaron en la visita más reciente del estudio.
Todos los participantes tenían insuficiencia cardíaca preclínica, lo que significa que estaban en etapa A o etapa B de insuficiencia cardíaca según lo definido por la Asociación Estadounidense del Corazón y el Colegio Estadounidense de Cardiología. El estadio A es la existencia de al menos un factor de riesgo clínico de insuficiencia cardiaca, como hipertensión u obesidad, sin cardiopatía estructural. El estadio B es la presencia de cardiopatía estructural o biomarcadores cardíacos elevados sin signos ni síntomas de insuficiencia cardíaca.
Los científicos mostraron que la diabetes no controlada se asoció con el avance de la insuficiencia cardíaca en los participantes en las etapas A y B de la dolencia. Aquellos con diabetes no controlada en etapa A tenían 1,5 veces más probabilidades de progresar a insuficiencia cardíaca manifiesta, mientras que los que estaban en etapa B tenían 1,8 veces más probabilidades.
Además, entre los participantes en la etapa B, aquellos con diabetes no controlada experimentaron insuficiencia cardíaca manifiesta a una edad más temprana (80 años) que sus contrapartes con diabetes controlada (83 años) o sin diabetes (82 años). “Nuestros resultados demuestran la vulnerabilidad de los adultos mayores con diabetes concurrente e insuficiencia cardíaca en etapa A o B -señaló Justin Echouffo Tcheugui, primer autor del estudio y profesor asociado de la Escuela de Medicina en la Universidad Johns Hopkins-. Creemos que estas personas pueden beneficiarse enormemente de las terapias preventivas, incluida la modificación del estilo de vida y la medicación. Hay de tres a cuatro veces más personas con insuficiencia cardíaca preclínica que con dolencia manifiesta; muchas vidas pueden prolongarse al abordar la diabetes en esas primeras etapas”.
El equipo de investigación tiene planes de continuar estudiando en esta dirección y determinar por qué la diabetes tiene este efecto en pacientes con insuficiencia cardíaca preclínica. “Sabemos que la diabetes y la insuficiencia cardíaca están fuertemente interrelacionadas, pero hasta donde sabemos, este es el primer estudio que evalúa su relación a través de este lente específico, con una población cuyo seguimiento ha sido constante y es lo suficiente amplia y observada para permitir conclusiones más certeras. Queremos seguir explorando esa relación, concluye Tcheugui.
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