Eran las nueve de la mañana del 11 de septiembre del 2001, en la ciudad de Nueva York, y la gente se dirigía a sus respectivos puestos de trabajo, como es habitual en una ciudad de un extraordinario dinamismo económico como la babel de hierro.
Ese día en la isla de Manhatan, los empleados y demás servidores que laboraban en las Torres Gemelas, del World Trade Center, subían los ascensores para llegar a los pisos, donde estaban sus respectivas oficinas y negocios, ignorando que, a pocos minutos, iban a pasar a la eternidad.
Dos aviones comerciales, secuestrados y piloteados por terroristas islámicos, se estrellaron contra las Torres Gemelas, en un intervalo de pocos minutos, las cuales se derrumbaron, dejando como secuela el trágico saldo de más de tres mil personas muertas, incluyendo a policías y bomberos, causando el más profundo dolor a miles de familias que perdieron sus seres queridos, y consternación e ira en todo el mundo civilizado.
Ninguna de las personas que laboraban en las Torres Gemelas se había imaginado que ese sería su último día. Fue una muerte imprevista, como las que suceden en muchas partes del mundo a causa de accidentes de tránsito, aviación, ferroviarios, deslaves y catástrofes naturales como maremotos, terremotos, incendios forestales, ciclones, huracanes y epidemias.
La frecuencia en que ocurren estas tragedias, nos pone a reflexionar, sobre la fragilidad y brevedad de la vida, por lo que debemos estar preparados para venir al encuentro de nuestro Dios, como dice la Biblia en Amos 4:12.
¿Cómo podemos prepararnos para ese encuentro? La Biblia, la Palabra de Dios, tiene la respuesta. Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree en el que me envió, tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, más ha pasado de muerte a vida”, (Juan 5:24).
Durante su ministerio terrenal, Jesús dijo: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”, (Juan 3:36).
Mientras estemos en este mundo debemos reconciliarnos con Dios a través de la obra realizada por Jesucristo en la cruz, y el Espíritu Santo producirá en nosotros un nuevo nacimiento espiritual. Jesús dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”, (Juan 3:3). Pablo dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”, ( 2 Corintios. 5:17).
Jesús es el único que puede dar vida a los muertos, cuando dice: “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque esté muerto vivirá. Además Jesucristo es la vía que nos conduce al cielo. Al respecto, dice: “Yo soy el camino; y la verdad; y la vida; nadie viene al Padre, sino por mi”, (Juan 14:6).
Amigo lector, recibe hoy a Cristo como tu Señor y Salvador, porque tu no sabes lo que, en cualquier momento, podría ocurrir con tu vida: “Porque: Toda carne es como la hierba, y toda la gloria del hombre como la flor de la hierba. La hierba se seca y la flor se cae”. (1 Pedro 1:24). Dios te bendiga mucho.
Recibe las últimas noticias en tu casilla de email