Madrid.- Algunas drogas psicodélicas, como el LSD o la psilocina -presente en algunos tipos de setas- han demostrado ya su efectividad para reducir en muchos casos la depresión, pero una nueva investigación comprobó que se podrían utilizar además sin causar alucinaciones entre los pacientes que sufren ese trastorno mental.
Lo comprobó, en experimentos con ratones, un equipo de más de treinta investigadores de once países, coordinados por el finlandés Eero Castrén, director del Centro de Neurociencias de la Universidad de Helsinki, y los resultados se han publicado en la revista Nature Neuroscience.
Las drogas psicodélicas ya habían demostrado su potencial para aliviar los síntomas de la depresión, aunque sus propiedades alucinógenas han limitado su uso clínico, pero en el trabajo publicado ahora por los investigadores se comprobó cómo se pueden disociar ambos efectos (los terapéuticos y los alucinógenos).
En la investigación participaron dos científicos españoles: Rafael Moliner -primer autor del trabajo- desempeña su labor en el Centro de Neurociencias de la Universidad de Helsinki; y Marçal Vilar en el Instituto de Biomedicina de Valencia (este) (IBV) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Moliner explicó que el equipo ha descubierto un mecanismo «novedoso e inesperado» que podría explicar la acción terapéutica de los psicodélicos a través del incremento de la neuroplasticidad -la capacidad que tienen las neuronas para hacer nuevas conexiones y amplificar, por ejemplo, el efecto de la psicoterapia-.
El investigador explicó a EFE que entre la comunidad científica hay un debate muy intenso sobre si los efectos alucinógenos de los psicodélicos son necesarios para su acción terapéutica o no, ya que pueden desencadenar trastornos psicóticos irreversibles en pacientes que tengan un historial familiar de bipolaridad o de esquizofrenia, y que este trabajo sugiere que puede haber una manera de disociar los efectos terapéuticos de estas drogas de los efectos alucinógenos.
Comprobaron, en experimentos con ratones, cómo se bloqueaban los efectos alucinógenos mientras los antidepresivos se mantenían intactos, detalló el científico, que explicó que durante los ensayos se utilizaron dos de las drogas que ya demostraron su potencial terapéutico en ensayos clínicos con pacientes con depresión: el LSD (ácido lisérgico de dietilamida) y la psilocina (presente en algunas setas alucinógenas).
Los antidepresivos más utilizados requieren semanas de tratamiento diario hasta que se perciben sus efectos y es preciso mantener ese tratamiento durante periodos muy prolongados, y además dos tercios de los pacientes no responden a esos tratamientos o lo hacen de una forma parcial.
Rafael Moliner observó que los psicodélicos sí parecen demostrar una acción antidepresiva más rápida y duradera siempre y cuando sean administrados por personal médico especializado y en un entorno clínico controlado -advirtió- ya que estas drogas están altamente reguladas y su consumo penalizado en la mayoría de los países occidentales fuera del ámbito de la investigación.
«Si se pudiese conseguir el mismo efecto antidepresivo rápido y duradero de los psicodélicos pero sin los efectos alucinógenos, tendríamos una herramienta muy útil con potencial para reemplazar los antidepresivos que se utilizan en la actualidad, y llegar a muchos más pacientes de forma segura», corroboró.
Pero incdiió también en que van a ser necesarios todavía muchos ensayos clínicos hasta ver esos psicodélicos en el uso clínico, ya que las investigaciones de potenciales antidepresivos de acción rápida y sostenida pero sin efectos alucinógenos es todavía muy novedosa.
«Es posible que queden años antes de que sepamos si son eficientes en humanos o no, pero en todo caso hay un interés científico y médico inmenso en continuar investigando en este campo tan prometedor y potencialmente revolucionario para la psiquiatría», respondió el investigador español afincado ahora en Finlandia.
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