Redacción Externa.- Hace décadas científicos detectaron que el campo magnético de la tierra tiene una extraña anomalía, que en los últimos años se ha intensificado, a esto los expertos le llaman “abolladura del campo magnético”.
Este fenómeno se sitúa sobre un área comprendida entre Sudamérica y el Atlántico sur. Se trata de una peculiaridad geomagnética, y se caracteriza por una disminución significativa de la intensidad del campo magnético en comparación con otras áreas del planeta.
Si bien la Anomalía Magnética del Atlántico Sur (AMAS) ha sido objeto de estudio durante décadas debido a su singularidad y su posible relación con procesos geodinámicos y geofísicos subyacentes, el gobierno de Estados Unidos reveló que aumentó su debilidad en Sudamérica durante los últimos cuatro años, con un crecimiento del 7 %.
Tanto la NASA, la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial (NGA) de Estados Unidos y el Centro Geográfico de Defensa (DGC) del Reino Unido confirmaron esta creciente actividad de la falla.
Las teorías que elaboran los científicos para explicar este fenómeno son varias. Una de las hipótesis sugiere que podría estar relacionada con la presencia de una acumulación de rocas basálticas de edad antigua en el manto terrestre, que afecta la generación del campo magnético en esa área.
Otra teoría plantea la posibilidad de que haya corrientes eléctricas en el núcleo líquido de la Tierra que interactúen con la estructura de la corteza terrestre en esa región, alterando así el campo magnético.
Preocupación de los expertos
La preocupación principal que tiene esta anomalía en ascenso es el potencial del impacto en la humanidad y los seres vivos terrestres.
Es que el campo magnético que protege la superficie del planeta actúa como un escudo protector natural que repele las nocivas partículas que emite el Sol, como la radiación cósmica y los vientos solares, que pueden causar grandes impactos tanto en la salud como en nuestra tecnología. Un campo magnético más débil permite un mayor paso de estas partículas, acercándose cada vez más a la superficie terrestre y generando una potencial amenaza.
“Si el campo magnético de la Tierra no existiera, la radiación solar acabaría con la biosfera en cuestión de años”, mencionan expertos.
También, la debilitación del campo magnético puede afectar los sistemas de navegación por brújula y las lecturas de instrumentos magnéticos utilizados en la aviación y el transporte marítimo. Además, esta anomalía puede tener implicaciones en las comunicaciones satelitales y en la protección de los sistemas electrónicos de las radiaciones espaciales.
Para comprender mejor esta anomalía y sus implicaciones, se llevan a cabo investigaciones continuas. Los científicos utilizan una combinación de datos recopilados desde el espacio, como los proporcionados por satélites especializados en la medición del campo magnético, y mediciones terrestres para mapear y monitorear la Anomalía del Atlántico Sur.
Estos esfuerzos buscan arrojar luz sobre los procesos geodinámicos y geofísicos subyacentes, y mejorar nuestra comprensión del campo magnético terrestre en esta región.
Hoy, la anomalía afecta directamente a Sudamérica, especialmente a Brasil, Argentina, Bolivia y Paraguay, donde la menor intensidad del campo magnético expone a los satélites y sistemas de navegación a altos niveles de radiación cósmica.
“El desempeño del Modelo Magnético Mundial 2020 (WMM2020) se evaluó comparando su predicciones del 1 de enero de 2024 con la de un modelo más reciente inferido de los datos recopilados por los satélites Swarm de la Agencia Espacial Europea (ESA) hasta septiembre de 2023″, precisan los expertos en el último informe dado a conocer a fin de 2023 sobre esta anomalía.
“En 2020, el polo de inmersión magnético norte se ha movido a una velocidad promedio de 41 km/año, y el polo sur magnético poste de inmersión a 9 km/año. Ninguno de los dos notó ningún cambio notable de dirección. Estos movimientos llevaron a cambios menores en la forma y ubicación de las zonas de bloqueo del WMM, donde la precisión de la brújula es altamente degradada”, agregó el estudio.
Y concluyó: “La anomalía del Atlántico Sur, donde la intensidad del campo geomagnético es más baja, ha continuó profundizándose (aproximadamente 25 nT a nivel de la superficie) y moviéndose hacia el oeste (su centro se movió aproximadamente 20 km a nivel de superficie) en el último año. Durante el año pasado, tres tormentas geomagnéticas de fuertes a severas ocurrido, lo que llevó a efectos significativos (por ejemplo, desviaciones de declinación de más de 9 grados) pero temporales en el rendimiento del WMM, principalmente en altas latitudes geomagnéticas”.
De acuerdo al informe, si esta anomalía sigue debilitándose, lo más probable es que sí se vuelva un ‘hoyo’. Esto en principio no afectará la vida en la Tierra, pero sí a los satélites que están sobrevolando, los cuales estarán expuestos a las tormentas geomagnéticas del Sol.
Estas tormentas solares se originan en las manchas solares, áreas más frías y oscuras en la superficie de nuestra estrella, donde los campos magnéticos son particularmente fuertes y retorcidos. Cuando estos campos magnéticos se reorganizan o se cruzan, liberan una gran energía en forma de erupciones solares.
Esto se dio a conocer por ejemplo cuando las partículas solares llegaron a la Tierra el 10 de mayo último y crearon una tormenta geomagnética de larga duración, alcanzando una clasificación de G5, el nivel más alto visto desde 2003. Además, el 14 de mayo, el Sol emitió una erupción solar de clase X8.7, la más grande del ciclo solar 25.
La última gran tormenta solar no solo iluminó el cielo con brillantes e inusuales auroras durante la segunda semana de mayo, sino que además fue tan intensa que se pudo registrar en las aguas profundas del océano.
Las brújulas magnéticas de los observatorios submarinos de Ocean Networks Canadá (ONC) registraron una distorsión temporal del campo magnético de la Tierra.
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