Santo Domingo. – La Semana Santa o Semana Mayor conmemora la entrada a Jerusalén, la última cena, el viacrucis, la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret.
Esta conmemoración está comprendida desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Pascua o Resurrección del Señor.
De acuerdo con el reverendo D. Frank Luis de la Cruz, director nacional de la Escuela de Teología Pastoral para Laicos de la Conferencia del Episcopado Dominicano, la Semana Santa o Semana Mayor es un tiempo apropiado para identificarnos con Cristo y para hacer sacrificios espirituales agradables al Padre,
Al ser consultado por Noticias SIN, resaltó que la Semana Santa no es un tiempo para vacacionar, sino una invitación a estar junto a Jesús, tal cual lo hace Juan que permanece junto a María al pie de la cruz.
Recomendó que se hagan jornadas de retiros, sobre todo lunes, martes y miércoles Santo. Para el Triduo Pascual, que son los días comprendidos entre jueves, viernes y sábado Santo, las actividades propias deben vivirse a plenitud por lo que propone la Iglesia en su liturgia.
Domingo de Ramos o Domingo de la Pasión del Señor: Se va a la Iglesia con palmas o ramos que se bendecirán y se agitan cantando “hosanna”, de estos ramos bendecidos se sacará la ceniza que se usará para el miércoles de ceniza del año siguiente.
Lunes Santo: Es el día de renovación de nuestra amistad con Jesús quien va a Betania a cenar con sus amigos Lázaro, Marta y María. María le expresa la sublimidad de su amor al ungir sus pies con perfumes de nardo. Esta cena es preludio de la cena de pascua.
Martes: Es considerado como el día más doloroso para Jesucristo (como persona) debido a que esa jornada fue cuestionado por los líderes religiosos y sociales de su tiempo sobre la autoridad con la que realizaba milagros y predicaba.
Además, este día es clave para la Iglesia Católica porque aseguran que junto a sus discípulos anticipó su muerte, la traición de uno de ellos y la negación que iba a sufrir tres veces por parte de otro.
Se nos muestra en el Evangelio la traición de uno de sus más cercanos colaboradores: Judas, luego de lavarle los pies.
Miércoles Santo: es un día sagrado para los cristianos católicos, pues se da por terminada la cuaresma y comienza la Pascua con el triduo pascual. En esta ocasión se celebra a El Nazareno, que simbolizar el recorrido de Jesús con la cruz a cuestas, camino al calvario, luego que un tribunal judío ordenara su muerte.
La liturgia de este día corresponde al evangelio según San Mateo y narra el pasaje donde Judas Iscariote, se reúne el tribunal religioso judío, para condenar a Jesús a la crucifixión. La decisión de este apóstol se ve reflejada como un acto de traición ante una asamblea conformada por 23 jueces pertenecientes a cada una de las ciudades judías del antiguo Israel.
Jueves Santo: En este día Jesús realiza la Última Cena de la Eucaristía con sus apóstoles, indica el evangelio de Juan 12, 1-15.
Es un día con dos celebraciones importantes. En la mañana toda la Iglesia Arquidiocesana se reúne en torno a la Misa Crismal, por un lado, para la bendición y distribución de los santos óleos (de los Catecúmenos y de los Enfermos) y el Santo Crisma, de donde le viene el nombre de esta celebración.
Además, es una fiesta sacerdotal, intención manifestada en la liturgia de la palabra de dicha Eucaristía. Todos los sacerdotes en torno al Obispo renuevan su ministerio sacerdotal, reconociendo que Jesús único pontífice de la nueva alianza los ha elegido para que, por la imposición de las manos, participen de su sagrada misión.
En la noche de ese mismo jueves se celebra la cena del Señor, donde Jesús muestra su amor extremo en el lavatorio de los pies y en su entrega definitiva y para siempre en el Sacramento de la Eucaristía “este es mi cuerpo” “esta es mi sangre” hagan esto en memoria mía.
Viernes Santo: Es el único día del año litúrgico sin misa. Toda la atención se centra en la cruz, por lo que se hacen procesiones en torno al vía crucis, donde la Iglesia se une con el pueblo para caminar con Jesús a través de las estaciones del mismo.
Se ha convertido en una tradición reflexionar sobre las 7 palabras de cristo en la cruz. Se lee la pasión de Cristo, se distribuye la comunión, que se ha reservado solemnemente en el monumento desde la noche del jueves santo. En torno al mismo debe incentivarse la adoración en silencio. Mons. Pepén decía: “Jesús está muerto y sepultado, pero no está muerta la esperanza”
Sábado Santo: es un día de recogimiento en la paz y en la espera meditado en torno al sepulcro de Cristo. Las energías y la vitalidad han de reservarse para la solemne “vigilia pascual” que inicia ya caída la noche con el lucernario.
Su liturgia de la palabra es un apretado resumen de la historia de la salvación. Nace y se ha mantenido como una liturgia bautismal. Toda nuestra práctica cuaresmal ha estado proyectada a esta noche de pascua. Es la Pascua, el paso de la muerte a la vida, de la esclavitud a la libertad que nos ofrece Dios en Jesús nuestro Señor. Aleluya ha resucitado.