Esta es la interrogante que muchos se formulan y que hasta ahora no parece haber encontrado una respuesta orientadora y contundente para comenzar a enfrentar la pandemia del Covid-19 con cifras que muestren un alentador escenario de control y disminución de casos.
Las preocupantes cifras de agosto, que ha resultado ser el mes más letal desde que la pandemia comenzó su trastornadora incidencia en el país hace seis meses, indican claramente que estamos aún muy lejos de vislumbrar una mejoría.
Contrario a lo que algunos podrían pensar y decir, esto no es pesimismo sino puro realismo, porque como dicen los expertos, la efectividad y éxito de un proceso se mide a través de los resultados que a su vez se expresan en evaluaciones estadísticas.
Como hay teorías según las cuales aplicando los mismos procedimientos es poco probable que se obtengan resultados diferentes, por el momento nada parece indicar que estamos a las puertas de un cambio favorable, aunque nadie niega los esfuerzos y las dosis de buena voluntad de parte de las autoridades.
Decimos esto porque ni el estado de emergencia ni el toque de queda que conlleva han logrado controlar la pandemia, a pesar de las innumerables extensiones, entre otras cosas porque hay muchas violaciones a las medidas restrictivas y el sistema de consecuencias aplicado no ha tenido suficiente fuerza disuasiva.
Es justo reconocer que se ha avanzado mucho en crear conciencia en la población en cuanto al uso obligatorio de mascarillas, pero aún persiste mucho desconocimiento a las medidas de distanciamiento físico y social, entre otras cosas porque los infractores logran impunidad.
En el interior de barriadas mucha gente continúa con sus actividades habituales en pleno toque de queda, como si en el país no existiera una mortal crisis sanitaria y las autoridades no logran poner término a estas violaciones, aunque se producen detenciones de tiempo en tiempo.
Esto ocurre porque las unidades de la Policía encargadas de hacer cumplir el toque de queda están mayormente situadas en avenidas y vías troncales de la ciudad y sólo esporádicamente hacen incursiones en sectores populares, donde se bebe alcohol a cualquier hora y hasta se celebran fiestas en las calles, a la vista de todo el mundo.
Es claro, pues, que se requiere una mayor drasticidad en la aplicación de las medidas existentes y quizás revisar los métodos hasta ahora aplicados para aplicar cambios que comiencen a reflejar aunque sea un ligero alivio en el nivel de esta escalofriante pandemia.
La población en general tiene que cooperar más, en el entendido de que es su obligación y a la vez su compromiso humano y social preservar su propia vida y también la de sus semejantes. Ese es, no hay duda, el gran imperativo de la hora presente.
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