REDACCIÓN. – El 5 de noviembre se celebra el Día Internacional del Payaso, una fecha para homenajear a estos simpáticos personajes que tienen una nariz roja enorme y un gran corazón.
Son los encargados de hacernos reír con sus ocurrencias y vestuarios llamativos, proporcionando risas y diversión a todos, especialmente a los niños.
Este oficio no conoce fronteras, razas ni idiomas. Es universal y ampliamente reconocido en todo el mundo. Se puede encontrar en una esquina de semáforo, en eventos, fiestas infantiles y celebraciones.
Son imprescindibles en todos los espectáculos que ofrecen los circos alrededor del mundo ¿Qué sería de un circo sin la presencia de un payaso? Muchos de ellos colaboran apoyando actividades benéficas.
La palabra payaso proviene del italiano pagliaccio. Es un personaje caracterizado por usar maquillaje y vestimenta extravagantes, cuya función esencial es hacer reír al público con bromas, piruetas chistes y trucos divertidos. También pueden representar personajes malvados y satíricos, como burla a la cotidianidad.
La creación de este día surgió en honor al nacimiento del español Emilio Alberto Aragón, quien encarnó al famoso payaso conocido como «Miliki».
Emilio Aragón inició su trayectoria como payaso en el circo Price de Madrid con sus hermanos Gabriel y Alfonso, quienes conformaron el famoso trío de payasos conocido como Gabi, Fofó y Miliki. Son los creadores de la canción «Hola Don Pepito, hola, Don José».
El oficio de payaso no es una labor sencilla, ya que tienen la responsabilidad de hacer divertir sanamente al público, especialmente al infantil.
En ocasiones su trabajo no es realmente valorado ni bien remunerado, tampoco cuentan con un sistema de salud o de seguridad social que los respalde. Aparte de caracterizar a un personaje divertido son personas como cualquier otra, que pueden estar atravesando problemas y dificultades familiares, económicas y personales.
La mayoría de ellos colaboran desinteresadamente en eventos y actividades benéficas, con la finalidad de arrancar una sonrisa a una persona enferma o con capacidades distintas.
Por otra parte, se ha desvirtuado la imagen afable y noble de estos personajes, debido a clichés o estereotipos que podemos ver reflejado en películas de terror, mostrando a payasos asesinos y monstruosos. Igualmente, se observan en las calles la proliferación de grupos que se escudan en máscaras de payasos para cometer fechorías y actos, contrarios a la moral cívica y ciudadana.
Debemos reconocer la labor e impacto social de los payasos en el mundo que va más allá del ridículo y las risas, destacando su activa participación en actividades benéficas, intervenciones comunitarias y humanitarias en hospitales, albergues, centros penitenciarios y campos de refugiados. Siempre estarán allí dispuestos a robar la sonrisa de un niño o de un adulto.
Se estima que el oficio del payaso se inició aproximadamente hace unos 4,000 años en China. Un bufón llamado Yusze servía en la corte del emperador Chiiu Shih huang-ti, constructor de la Gran Muralla.
Existen organizaciones internacionales como Payasos Sin Fronteras que agrupan a nivel mundial a artistas y productores musicales, llevando a cabo actividades humanitarias para apoyar a niños refugiados en el mundo.
En algunas culturas, la vestimenta y el maquillaje del payaso denotan una jerarquía.
Los payasos tienen un código de ética elemental para preservar su imagen: no beber ni fumar disfrazado, quitarse el maquillaje al terminar la función y mejorar continuamente sus rutinas de actuación.
La nariz roja constituye el elemento central y universal del payaso como personaje, así como su maquillaje y vestuario.
Existen diversas escuelas de payasos que imparten técnicas y conocimientos formales sobre estos divertidos personajes, destacando la escuela europea (basada en habilidades de actuación) y la americana (utiliza diferentes técnicas actorales e informales).
Existe una fobia o miedo a los payasos, conocida como coulrofobia, debido a su apariencia misteriosa.
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