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Quien a hierro mata, a hierro muere

La historia, anécdota o pasaje literario que le da origen a los dichos populares ha sido objeto de estudio por parte de aficionados a esas curiosidades de nuestro idioma de la que hacemos tanto uso.

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La historia, anécdota o pasaje literario que le da origen a los dichos populares ha sido objeto de estudio por parte de aficionados a esas curiosidades de nuestro idioma de la que hacemos tanto uso. Allá por el siglo XVII, Quevedo recogió en su “Cuento de Cuentos” todos los refranes populares de su época, y desde entonces no han sido pocos los que han abordado estos entretenidos asuntos tan propensos, sin embargo, a la conjetura.

De hecho, ante la imposibilidad de precisar la razón u origen de proverbios populares, se han aventurado juicios equivocados que ni los mismísimos eruditos han podido rectificar. No es el caso del que da título a este artículo, que procede del Evangelio de San Mateo (Capitulo 25, versículos 51-52), leyéndose así: “Uno de los que estaban con Jesús sacó su espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja. Jesús le dijo: «Guarda tu espada, porque el que a hierro mata a hierro muere”.

Dejaré ahora que Alexis Ortega, economista español, nos explique su significado: “Recibir como pago la misma moneda, es decir, experimentar en nuestra carne el mismo daño que causamos a otro. La frase apela a la justicia divina que nos indica que, tarde o temprano, los violentos recibirán el mismo trato que dispensan a los demás”. ¿Es eso cierto? Absolutamente.

En el 2009, el inefable ex Ministro de Obras Públicas, Víctor Díaz Rúa, su asistente personal, Ciro Cascella, y el entonces Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo, Abel Rodríguez del Orbe, se orquestaron para colocarme un sambenito a través de una acusación bufonesca. El malogrado desenlace judicial de este trío no le dejó al instrumento de aquella canallada más alternativa que indemnizarme por los daños morales irrogados.

Ahora bien, ¿qué ha sido de ellos? Del octogenario abogado no huelga decir nada, toda vez que él mismo se ha encargado de cubrir las ranuras del nicho en que se encuentra sepultado su nombre. Cascella, por su parte, ha vivido con el corazón en la boca desde agosto del 2012, y solo Yeni Berenice Reynoso, Procuradora Fiscal del Distrito Nacional, sabe que tan bien o que tan mal a él le fue durante los borrascosos años de Díaz Rúa en el MOPC.

Y de este último personero es poco lo que puede agregarse a lo que la sociedad no sepa. Bastaría citar que el matutino Hoy publicó recientemente que entre el 2006 y 2017, el Turpén, uno de sus tantos alias, introdujo 35 mil millones de pesos al sistema bancario, habiendo consumido en tarjetas de crédito poco menos de 4 millones de dólares. ¿Vale acaso la pena amasar fortuna sobre la base de la comisión de ilícitos penales? Es muy probable que ni el ex ministro ni su familia estén hoy en condiciones de responder, pero como la respuesta no me es extraña, concluyo aseverando que no solo a hierro muere quien a hierro mata, sino también a quien a hierro intenta matar.

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