En este mundo pretendidamente moderno, aunque en algunos capítulos es una reedición de viejos pasajes y no siempre positivos o estimulantes, a veces es difícil entender o comprender ciertas acciones, pero quienes así piensan se privan muchas veces de externar sus opiniones para no ser calificados de desfasados.
Por ejemplo, ¿qué se busca en realidad concreta y sustentable con esto de dar cédulas a menores de 12 años e incluso a niñas con menor edad, pero que estén embarazadas?
La UNICEF defiende tal iniciativa, que aquí fue anunciada por la Junta Central Electoral (JCE), en medio de la sorpresa y queja de CONANI, la principal institución nacional que se encarga de la protección de la infancia, la cual ha dicho que no fue ni siquiera consultada.
Es probable que ante tal observación, la Junta pueda decir o justificarse, indicando que no tenía que someter la medida a ninguna consulta o búsqueda de consenso, ya que obedecía al mandato expreso de una ley vigente.
Aun así, como lo cortés no quita lo valiente, la información pudo haberse ofrecido con la debida anticipación a CONANI y se hubiera quizás evitado esta queja a posteriori, o tal vez se habría surgido un debate con provechosas consecuencias, como ocurre cuando un tema de interés público se informa y transparenta a la opinión pública.
En estas naciones en vías de desarrollo, en ocasiones calificadas peyorativamente como republiquitas bananeras, jugamos a veces al llamado “tercermundismo”, o sea a incurrir en acciones y mentalidades atrasadas, pero de forma paralela y contradictoria, al mismo tiempo pretendemos copiar y estar al nivel de las naciones más avanzadas.
Organizaciones de derechos humanos del país han advertido que dar cédulas a menores embarazadas podría de algún modo incentivar el matrimonio infantil o legitimarlo, en momentos en que hay toda una campaña contra lo que se considera una aberración social.
Tanto se hablado aquí de proteger a la niñez desvalida que pocos logran determinar si de verdad estamos en esa crucial lucha o si todo se reduce a esos cíclicos montajes que se desvanecen al poco tiempo.
Una pregunta tonta que tal vez un “sabiondo” del patio podría contestar con mucha propiedad o elaborar una respuesta hueca pero que produzca adeptos y admiración: ¿qué ventaja proporcionará a los niños estas cédulas a tan temprana edad?
Se ha dicho que en el caso de las embarazadas es para que puedan ellas mismas declarar a sus criaturas, sin necesidad de que tenga que intervenir un adulto miembro de su familia.
Como este comentario no deja de ser una simple disquisición retórica, no hay que formarse muchas esperanzas de que sirva para replantear la citada controversia, que sí se atizaría si el debate se lleva a través de las redes sociales.
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