Reformar la Policía es quizás el cambio más anhelado por ciudadanos que ven a los agentes como autores o cómplices de desórdenes e ilícitos que deberían prevenir y perseguir, para proteger propiedades y vidas. Hay varios aspectos nodales de la disfuncionalidad policial.
Uno es su estructura castrense, con rangos como si la tabla de organización y equipamiento policial fuera militar. Los policías son civiles uniformados y armados, cuya misión como fuerza de seguridad es preservar el orden público y auxiliar a fiscales y jueces. Esto se logra mejor con mucha labor de prevención e investigación, no sólo represión.
La Policía de Nueva York tiene un presupuesto de seis mil millones de dólares y de sus 55,000 empleados, apenas 60 % son agentes uniformados. Sólo hay tres categorías: especialistas, investigadores y supervisores. Salen de la academia simplemente como oficiales de policía; luego hay tres rangos: sargento, teniente y capitán, que se alcanzan mediante concursos por oposición. En adelante, desde inspector hasta jefe las designaciones las hace el comisionado (director de Policía), quien depende del alcalde.
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