En este país se habla y a veces en demasía, generalmente sin sustento documental, en muchos medios de comunicación social o de masas.
La banalidad prevalece en los “análisis” de realidades y sucesos históricos en radio, televisión y redes sociales, y en ocasiones hasta en alguna prensa escrita.
Del mismo modo muchos temas son tratados con notable superficialidad cuando se tocan problemas políticos y económicos nacionales e internacionales.
Haití y la República Dominicana:
Este introito lo hago a propósito del asunto de los vecinos haitianos y sus problemas de ayer, de hoy y siempre.
Con la salvedad de que en temas y situaciones que amenacen la paz y la estabilidad socioeconómica y política de la nación dominicana, y por supuesto su integridad territorial, debemos mantenernos unidos.
Es necesario antes precisar que por la sobrevivencia como pueblo y nación, en estas circunstancias, está fuera de discusión el apoyo, sin resquemores partidarios, al presidente de la República Luis Abinader Corona y las medidas que está adoptando su gobierno frente a la Crisis Haitiana.
Crisis eterna, recurrente, que se ha manifestado de tantas formas y como una constante desde hace doscientos años y es la principal amenaza a la integridad y soberanía del Estado y la Nación del Pueblo Dominicano.
Repito Pueblo Dominicano, engendrado y creado en esta tierra mucho tiempo antes de que los bucaneros y filibusteros abrieran la brecha que le permitió a la Francia fabricar su colonia de esclavos africanos en la parte extrema occidental de la isla La Española o de Santo Domingo, como se le quiera llamar.
Desde 1994:
No hay que irse tan lejos en la historia para comprender que esta última crisis haitiana tiene explicaciones bien cercanas en el tiempo.
Desde la invasión unilateral por más de veinte mil soldados de los Estados Unidos a Haití en 1994, enviados por el presidente William Jefferson (Bill) Clinton, al cumplirse casi 30 años, Haití a ido de mal en peor.
Después llegó un contingente de Naciones Unidas y fue más peor o pior, como dice nuestro pueblo.
Se repitió otra acción militar norteamericana en 2004, y luego retornaron las tropas de la ONU, y todo siguió siendo más peor.
Más peor y cruda verdad es que las consecuencias negativas de la Crisis Haitiana las hemos cargado los dominicanos. Centenares de miles de compatriotas han ido cediendo territorio y puestos de trabajo a los haitianos.
Con regularidad somos testigos aún hoy de nuestra emigración propia desesperada y de la muerte en las aguas del mar nuestro de pobres infelices dominicanos que han tomado las aguas del océano para morir por centenares y quizás miles desde 1994, buscando mejores condiciones de vida en yolas que se tragan las aguas que rodean la isla.
Todos los gobiernos desde 1994 permitieron que el país se llenara de campamentos de refugiados haitianos. No hay un lugar del país donde no estén esos nichos de inmigrantes haitianos.
Un Doctor Tuvo Razón
Hubo un Doctor que tuvo razón en 1991 sobre el problema que nos iba a venir encima, y lo dijo tres años antes de que se produjera la invasión ordenada por Bill Clinton en 1994.
Se pensará que aludo al Doctor Joaquín Balaguer, entonces presidente de la República.
No.
Me refiero a otro Doctor, y así le llamábamos, en público y en privado, desde que le tratábamos o como amigo tanto en el país como en el exterior, y en una visita a la ciudad de Nueva York en la campaña contra La Banda Colorá, y en las entrevistas que nos concedió para la revista Ahora en 1971 y en nuestro programa de televisión Economía Al Día en 1983 cuando era el Síndico de una Ciudad capital de gran extensión que constituía entonces el Distrito Nacional incluídas sus zonas rurales. Publiqué en El Nacional de Ahora y otros medios (*) el 11 de febrero del 2018 un artículo sobre Peña Gómez como Síndico, función administrativa electiva mediante voto popular que se denomina hoy Alcalde y/o Alcaldeza. En 1998, tres meses antes de fallecer, me dedicó con su firma su libro Gestión Municipal.
Peña, como también le llamábamos, entendía que el gobierno en 1991 y el presidente Balaguer nada hacían en serio para resolver el problema de la migración haitiana y de la emigración dominicana hacia el exterior.
De las graves consecuencias que estaba teniendo para nuestro país la emigración dominicana hacia el exterior, y de los problemas que nos traería en el futuro el deterioro de Haití, de todo eso y más, habló el doctor José Francisco Peña Gómez hace treinta y dos años.
Así consta en una reseña del vespertino Ultima Hora del sábado 18 de mayo de 1991, pagina 3, que conservo entre mis papeles, esta vez por otro programa de televisión en Rahintel dirigido por Félix Reyna.
Peña Gómez Síndico de la Capital
Por Víctor Manuel Grimaldi Céspedes
El jueves 5 Febrero de 1998 (José Francisco Peña Gómez) me dedica su libro “Gestión Municipal” en un encuentro amistoso que sostuvimos en su casa campestre de San Cristóbal.
En 1998, diez y seis años después, el líder del Partido Revolucionario Dominicano era candidato a Síndico nuevamente, y las masas populares recordaban que había realizado una de las mejores gestiones municipales de la historia de la capital del país, del 16 de agosto de 1982 al 16 de agosto de 1986.
En 1998 una amenaza de división del PRD en el Distrito Nacional le obligaba a postularse de nuevo a Síndico después que había sido candidato a la Presidencia de la República Dominicana dos veces: en 1994 y 1996.
Un mes antes de su fallecimiento el 10 de mayo 1998, volvimos a reunirnos en su casa campestre de Cambita.
El amigo Peña Gómez llamó a uno de sus asistentes y le dio instrucciones para que leyera y yo le diera mi opinión sobre una declaración que tenía en un borrador anunciando que no se realizaría un acuerdo negociado ó hablado con el líder del Partido Reformista Joaquín Balaguer para apoyarse mutuamente ambos partidos (PRD y Reformista) en las elecciones municipales del 16 de mayo de 1998.
Peña no guardaba rencor. Era una persona noble. Perdonaba y era generoso. Balaguer era un político de mucha experiencia.
Además, Peña había aprendido que en política no existen enemigos, y estaba en contacto por intermediarios con el expresidente Balaguer. Hubo casi un acuerdo para las elecciones municipales de 1998, si bien de seguro el PRD, como en efecto ocurrió, ganaría después con Johnny Ventura como candidato que era ya de Vice Síndico con Peña de Síndico.
Peña en esta última conversación me dijo evidentemente compungido que tuvo que postularse de nuevo a Síndico debido a que tres aspirantes al puesto amenazaban con dividir al Partido Revolucionario Dominicano (PRD), y también se lamentaba de no haber sido electo presidente del país en 1996.
Peña y yo siempre fuimos amigos.
Le agradezco el respeto mutuo, a pesar de que en 1973 él y Juan Bosch -mi maestro- se hicieron irreconciliables, y yo pasé a respaldar al Partido de Juan Bosch.
En 1971 Peña y yo participamos en los Estados Unidos por instrucciones del maestro y líder Juan Bosch en la campaña internacional contra La Banda y en la lucha para que el Gobierno de Joaquin Balaguer respetara los derechos humanos y cumpliera con la Constitución y las leyes de la República Dominicana.
En nuestra última conversación le recordé a Peña que en una reunión que sostuvimos antes de que en 1970 se fuera a realizar estudios en París yo le dije delante de varios amigos que había que apoyar al profesor Bosch en su esfuerzo por hacer del PRD un partido disciplinado y organizado.
Aquel último día de 1998 que conversamos Peña Gómez recordó el daño del desorden que arropaba al PRD y le hice ver que su error histórico fue separarse de Juan Bosch.
Domingo, 11 de Febrero 2018
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