Si bien el sostenido y significativo crecimiento de la economía debiera dar para mucho mas en cuanto a satisfacer necesidades básicas de la población, resulta alentador que al menos, según resalta el representante local de la FAO, siglas del organismo de la ONU para la Agricultura y la Alimentación, destaque que entre el 2014 y el presente año, la subalimentación se ha reducido en el país de manera apreciable, bajando del 24 a solo el 9.5 por ciento, una mejoría de 14 puntos y medio en el quinquenio.
Ese positivo y que asegura corroborado resultado contrasta favorablemente con el hecho de que, por el contrario, durante ese mismo período los esfuerzos por reducir el hambre en el continente han marcado una tendencia a la baja según hace notar Carmelo Gallardo, significando que los mismos han permanecido estancados prácticamente en los dos últimos años, mostrando un repunte en la prevalencia del índice de subalimentación a nivel regional.
Para Gallardo la clave de este logro radica en el hecho de que el país ha desarrollado y dispone de un gran programa de protección social, otro de alimentación escolar y un tercero de carácter rural vinculado a la producción y comercialización.
Por otra parte, el funcionario de la FAO, advierte que resulta fácil tomar un camino de retroceso en caso de registrarse una crisis fuerte, con lo que se perderían los avances logrados si no se toman las previsiones de lugar. Y aún cuando esa llamada de atención no se refiere específicamente a nuestro caso, no excluye el que debamos estar preparados para no dar marcha atrás de producirse tal eventualidad.
En este sentido es oportuno recordar las opiniones de varios reconocidos expertos que coinciden en pronosticar la posibilidad de que a partir del próximo año, la economía mundial pudiera abocarse a un nuevo período de crisis que dado su carácter global e interdependiente alcanzaría a todos los países en mayor o menor medida.
De ahí que el representante local de la FAO, quien expuso sus opiniones al participar en un taller sobre estadísticas agropecuarias, hiciera resaltar la importancia de los avances registrados en el país en términos de seguridad alimentaria.
La insistencia en este aspecto ha sido una constante recomendación por parte de la FAO dirigida a los países de economías en desarrollo y vocación agrícola como el nuestro, principalmente para enfrentar períodos de crisis de producción y altos precios en el plano internacional, a lo cual se suma la realidad inexorable del cambio climático.
Soberanía y seguridad alimentaria deben considerarse, por consiguiente, factores claves en la elaboración del plan estratégico actualizado de desarrollo económico y social del país. Es para ejecutar el cual el presidente del CONEP, Pedro Brache, propuso una firme alianza de los sectores público y privado en el discurso pronunciado ante la matrícula de la Cámara Americana de Comercio, a fin de enfrentar los retos de la llamada IV Revolución Industrial, donde asignó a la producción agrícola un papel de primera importancia.
Se trata de un camino en el cual todavía nos queda mucho trecho por recorrer para obtener el máximo rendimiento de todo el potencial que ofrece el campo dominicano, mediante el uso de las más avanzadas tecnologías puestas a disposición de nuestros esforzados productores y la más celosa preservación de nuestros vitales recursos naturales: agua y foresta.