Rey Emérito Juan Carlos !Buena decisión!...

La monarquía es un Estado, un régimen político, en que el poder es ejercido por un Monarca, por derecho generalmente hereditario. Muchos cuestionan su misión; sin embargo, tienen el mágico encanto de darle un toque majestuoso, solemne, muy especial, a las naciones, haciéndolas lucir esplendorosa. Además, todo parece indicar que las monarquías hacen las cargas del poder más llevaderas, pues comparten las responsabilidades.

Por Venecia Joaquin

La monarquía es un Estado, un régimen político, en que el
poder es ejercido por un Monarca, por derecho generalmente hereditario. Muchos
cuestionan su misión; sin embargo, tienen el mágico encanto de darle un toque
majestuoso, solemne, muy especial, a las naciones, haciéndolas lucir esplendorosa.
Además, todo parece indicar que las monarquías hacen las cargas del poder más
llevaderas, pues comparten las responsabilidades.

Los monarcas y sus familias, prácticamente, tienen una vida de sacrifico, sin privacidad, pues todas sus actitudes y acciones, gestos, miradas, vestir, son tomados en cuenta.  Bueno, no voy a ponderar las monarquías; en esta oportunidad, quiero concentrarme en la incómoda situación que atraviesa, un monarca: el Rey Emérito Juan Carlos 1 de España.

 Ascendió al trono en 1975;
tras 38 años en la jefatura del Estado español, tiene una historia de entrega total,
de coraje, de gran popularidad. Entre otras cosas, saco a España de la
dictadura enraizada de Francisco Franco, a la democracia; enfrento los etarras;
apoyó la unidad europea, el tratado de adhesión a la comunidad Económica;
estrechó lazos y proyectó la nación positivamente. El Rey Juan Carlos hizo
brillar y respetar la corona por el universo hasta su abdicación en el 2014. Su
hijo Felipe, fue el sucesor.

En 1979, al Rey Juan Carlos tuve la oportunidad de saludarlo personalmente
en el majestuoso Palacio de la Zarzuela, de España; allá ofreció una recepción
para invitados internacionales; me encontraba en la comitiva oficial que representaba
el gobierno dominicano. Alto, elegante, de mirada directa y expresiva, confieso
que tiene una impresionante figura, que inspira respeto.

Con una vida intensa, una agenda agotadora, llena de poder y compromisos
oficiales, como ser humano, tuvo debilidades. Hoy, en el otoño de su vida, ante
la repercusión pública que están generando ciertos acontecimientos pasados de su
vida privada y que le afectan negativamente, ha decidido trasladarse un tiempo,
fuera de España. “Es una decisión que tomo con profundo sentimientos, pero con
gran serenidad” dijo.  

A mi juicio, es una decisión inteligente. Es obvio que
persigue despejar   el escenario, para demostrar que esos acontecimientos
solo han afectado su vida privada; busca distanciar la corona de hechos
cuestionables; facilitar la tranquilidad que requiere la alta responsabilidad
de su hijo, el Rey Felipe, en sus funciones como Jefe de Estado; evitar el
morbo de quienes, usando detalles de su pasado, pretenden empañar la corona.

¡Muy bien, Don Juan Carlos!, es sensato que permanezca un
tiempo fuera de España para escuchar de lejos, los que solo saben buscar toxina;
busque otro escenario donde pueda dedicarse a la reflexión profunda y hasta
escribir sobre sus experiencias. Procede un alejamiento de su amado pais y seres
queridos, para pensar tranquilamente, observar de lejos la difícil misión de su
hijo, las tentaciones que asechan, respirar profundo y luego, con más coraje y
firmeza, volver a su núcleo de afectos, a España, para seguir aportándole y
acabar de entregarle los años de vida.

República Dominicana sería ideal para esta estadía
transitoria, si logra ubicarse en uno de sus hermosos lugares frente al mar, con
sol radiante y brisas fresca, rodeado de palmeras; visitar áreas rurales,
campos, para entre ríos, árboles frutales, animales y gente sencilla, serenar
el espíritu.

 Cabe recordar, que es
deber de los padres darles a los hijos, los principios y herramientas
necesarias y a su alcance, para labrar su destino; y de esta manera y sin
temor, dejarlos volar solos, libres. En el caso del Rey Emérito, el alejarse de
sus actividades cotidiana y de la delicada misión que desempeña su hijo el Rey
Felipe, debe hacerlo acompañado de una profunda tranquilidad espiritual, por
las enseñanzas que se desprenden del   deber cumplido; y eso, indiscutiblemente, está
por encima de una eventual debilidad humana o carnal, que se empeñen en destacar.

  ¡Me duele que no pongan en una balanza los
hechos del Rey Emérito Juan Carlos, quien con tanto sacrificio , dedicó su vida
al bienestar de España.


 [PPJ1]