REDACCIÓN.- El Comité de Competición de la Federación Española de Fútbol decidió, tras reunirse el martes, sancionar al Valencia con el cierre durante cinco partidos de la grada Kempes de Mestalla, aquella desde la que se profirieron los insultos de carácter racista contra el jugador del Real Madrid Vinicius Júnior durante el partido que enfrentó a ambos equipos el domingo; también se lanzaron objetos al campo, según recoge la resolución del organismo.
El castigo, al que se añaden 45,000 euros de multa, es el más duro que ha recibido un club por comportamiento racista de sus aficionados. Además, Competición dejó sin efecto la expulsión al jugador brasileño tras su trifulca con el valencianista Hugo Duro. Vinicius había visto la tarjeta roja por un manotazo a su rival cuando este trataba de alejarlo del conflicto agarrándolo por el cuello. Las alegaciones del Real Madrid apoyándose en que la expulsión fue decretada con imágenes del VAR que no recogían la secuencia entera han dado sus frutos.
El hecho de que el colegiado del encuentro, Ricardo de Burgos Bengoetxea, reflejara en el anexo del acta los insultos de un aficionado que llamó “mono” a Vinicius ha sido determinante para que el órgano disciplinario de la Federación haya actuado con tanta celeridad.
La resolución recoge que “Vinicius señaló a uno o varios espectadores de la grada Mario Kempes indicando: ‘Me ha llamado mono’ y haciendo gestos con las manos emulando a un mono”. Y sigue: “Mientras ocurre dicho incidente, se corean distintos cánticos. Entre ellos, está el siguiente: ‘Madridistas, hijos de puta’. Además, un espectador gritó lo siguiente: ‘Puto negro que eres un idiota’, ‘me cago en tus muertos, hijo de puta’, ‘Vinicius, idiota’, ‘puto negro hijo de puta’, ‘Vinicius, perro (…) hijo de puta’, ‘mono, que eres un puto mono”. El escrito también recoge que después se produjo otro cántico emulando el sonido de un mono: “Uh, uh, uh”; y que tras la expulsión del madridista en el minuto 90, se profirió un cántico generalizado por toda la grada de “Mono, mono” que cambió a “Tonto, tonto”.
Desde la noche del domingo, los hechos acontecidos en Mestalla, por los que fueron detenidos el martes tres jóvenes en Valencia, habían traspasado las fronteras nacionales. La comunidad internacional había puesto los ojos en el fútbol español y en sus comités disciplinarios. El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, denunció y exigió fuertes sanciones durante la cumbre del G-7 en Hiroshima. “Pienso que es importante que la FIFA, la Liga española y las ligas de otros países tomen medidas serias, porque no podemos permitir que el fascismo y el racismo dominen dentro de los estadios de fútbol”, advirtió el mandatario. Una sanción leve hubiera desencadenado un aluvión de críticas y hubiera reforzado el mensaje de Vinicius en el que este aseguró que “en Brasil, España se conoce como país de racistas”. La presión sobre el Comité de Competición para que actuara de manera enérgica era máxima.
Hasta ahora, la laxitud en las sanciones de los órganos disciplinarios deportivos contra los actos racistas en el fútbol español ha sido el factor predominante. De hecho, de las nueve denuncias interpuestas hasta ahora por LaLiga por insultos racistas a Vinicius, apenas dos acabaron en sanciones a dos aficionados, a quienes se apartó temporalmente de su estadio. Antes de esto, algunos de los casos que tuvieron más repercusión mediática solo fueron castigados con sanciones económicas. En 2006, durante un Zaragoza-Barcelona, el azulgrana Samuel Eto’o pretendió abandonar La Romareda por los insultos racistas y xenófobos que le profería desde un sector de la grada.
El Comité de Competición de la Federación Española de Fútbol decidió sancionar al Zaragoza con 9.000 euros de multa. Por entonces, se trataba de la mayor sanción económica impuesta a un club por gritos racistas desde que solo unos meses antes se incrementara la cuantía para esta clase de incidentes. La sanción superaba los 6,000 euros que se preveían en los estatutos federativos para los comportamientos racistas o xenófobos al ser el club aragonés reincidente.
Como atenuante, el órgano disciplinario federativo tuvo en cuenta que el árbitro, Esquinas Torres, detuvo el juego con el fin de acudir al delegado de campo del Zaragoza para solicitarle que comunicaran por megafonía que cesasen los gritos que imitaban el sonido de los monos cuando Eto’o se disponía a sacar un córner. Años más tarde, Esquinas Torres confesó que se arrepintió de no haber suspendido el partido, algo en lo que se ha reiterado desde que sucedió el incidente de Vinicius en Mestalla.
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