Mi abuelo Tuto se entretenía buscando tesoros en la Zona Colonial y sólo encontraba restos de vajillas, cubertería o vasijas vacías. La arqueología, estudio de sociedades antiguas mediante restos materiales, tiene pocos cultores aquí, como Bernardo Vega, cuyo padre y tío eran de los acompañantes de Papá Tuto en sus exploraciones.
Leí ayer que Grecia ganó un juicio en Londres para recuperar 351 antigüedades saqueadas por un mercader, distinto a cuando las piezas son conservadas en museos, como ocurre en el British Museum, cuyo cuido ha preservado enorme cantidad de piezas valiosísimas de diversas culturas. En 1848 Santana regaló a unos italianos un cemí taíno de algodón de casi 30 pulgadas, único en el mundo, que autoridades dominicanas tratan de recuperar de un museo en Turín.
Tengo sentimientos contradictorios ante estos conflictos por alegados saqueos, pues podría apostar que si ese cemí no viaja a Italia se habría perdido, como el cangrejo de oro de la Catedral conmemorativo de la huida de Penn y Venables de Santo Domingo en 1655. (Apuesto también que creían que hablaría de política…).
Recibe las últimas noticias en tu casilla de email