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Siete situaciones en las que no es conveniente hacer ejercicio

Aunque creamos que un simple resfriado no tiene por qué interrumpir nuestra rutina de ejercicio, es conveniente reducir la intensidad para que nuestro organismo se pueda recuperar adecuadamente.

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REDACCIÓN INTERNACIONAL.- El ejercicio físico es uno de los mejores hábitos que podemos práctica para cuidar nuestra salud física y mental.

Es muy fácil de incorporar en la rutina diaria, no requiere demasiado tiempo y sus beneficios son tantos que no tiene comparación con otras actividades.

De hecho,  es una de las formas más efectivas de aumentar el gasto energético para equilibrar el peso y prevenir varios tipos de enfermedades.

Además, tiene efectos positivos en las funciones cognitivas, la resistencia física y otros aspectos que mejoran la productividad en cada jornada.

No obstante, aunque se aconseja su práctica diaria, existen algunas situaciones en las que es mejor evitarlo para no sufrir reacciones indeseadas.

Dado que muchos desconocen cuáles son esos momentos, a continuación queremos revelar en detalle los 7 principales.

1.Padecer una infección con fiebre

Las infecciones con fiebre, dolor y malestar general son una respuesta del sistema inmunitario ante la actividad descontrolada de algunos virus y bacterias.

En este tipo de situaciones las fuerzas físicas disminuyen y, aunque puede presentarse de muchas formas en cada caso, no es para nada conveniente hacer ejercicio.

Esta actividad inhibe de manera transitoria la función de los mecanismos de defensa e implica un gasto energético extra.

Por lo tanto, ponerlo en práctica puede gastar las energías que necesita el cuerpo para luchar de forma contundente contra la infección.

2. Haber dormido poco

Dormir menos de cinco horas es un hábito que acarrea graves consecuencias físicas y mentales en el organismo.

Aunque muchos de sus efectos no se manifiestan al instante, con el paso del tiempo se pueden desarrollar complicaciones y enfermedades.

A su vez, de inmediato se debilita el sistema inmunitario y las fuerzas físicas, por lo que no es apropiado sobrecargar el cuerpo con la práctica de una rutina de entrenamiento.

Una mala noche no solo disminuye el rendimiento durante el ejercicio, sino que aumenta la fatiga, el desequilibrio y la falta de coordinación.

3. Tener una lesión o herida

Las lesiones musculares, articulares y óseas requieren estrictos cuidados como parte de su tratamiento, ya que cualquier error puede provocar graves complicaciones.

Si bien muchos expertos aconsejan algunos ejercicios de bajo impacto como complemento para su recuperación, es preferible guardar reposo por unos días.

Esto debido a que los movimientos de los tejidos lesionados imposibilitan su cicatrización y curación, lo que prolonga la herida o, peor, la agrava.

Es primordial tenerlo siempre en cuenta, sobre todo ante:

Fracturas.

Tendinitis.

Esguinces.

Contusiones.

Heridas abiertas.

4. Sufrir de gastroenteritis

Las afecciones del sistema digestivo afectan el rendimiento durante la práctica de ejercicios físicos y, aunque muchos no lo relacionan, puede ocasionar vómitos, diarrea y otros incómodos síntomas.

Para algunos aficionados estos trastornos no son un motivo para hacer a un lado sus entrenamientos.

No obstante, es importante darle al cuerpo un tiempo de reposo para su recuperación, ya que el movimiento excesivo y la pérdida de líquidos puede empeorar la condición.

5. Recibir el diagnóstico de una enfermedad crónica

Los pacientes diagnosticados con enfermedades crónicas como el cáncer, la hipertensión severa o la diabetes deben ser muy cuidadosos al momento de hacer actividad física.

Estas y otras patologías alteran el funcionamiento de los órganos más importantes del cuerpo y, a su vez, implican un mayor gasto energético.

Por tal razón es importante prescindir de la rutina de ejercicio, por lo menos, hasta que el diagnóstico se confirme y se reciba un tratamiento para estabilizar los síntomas de la enfermedad.

Una vez esté controlada, el entrenamiento de bajo impacto resulta beneficioso para hacerles frente.

6. Tener gripe o resfriado

Algunas posturas de yoga pueden ser beneficiosas para controlar varios síntomas de la gripe y el resfriado.

Sin embargo, las actividades de alto impacto, como el ejercicio cardiovascular, pueden empeorar los síntomas, incluso cuando se dan en forma leve.

La transpiración, la pérdida de líquidos y el frío disminuyen la respuesta inmunitaria y dejan el cuerpo susceptible al ataque de los virus.

7. Haber hecho esfuerzos físicos

No siempre es necesario acudir a un centro de acondicionamiento físico para activar y ejercitar el cuerpo.

En ocasiones hacemos algunas actividades que, sin que lo notemos, trabajan nuestros músculos y todos los sistemas que participan cuando entrenamos.

Levantar cajas pesadas, mover muebles e incluso hacer las tareas de limpieza puede implicar ciertos esfuerzos físicos que debemos tener en cuenta.

Hacer más ejercicio después de este tipo de actividades aumenta el riesgo de lesiones musculares y fatiga.

En conclusión, aunque el ejercicio sea una práctica muy beneficiosa para la salud, es primordial saber en qué situaciones evitarlo.

Si bien casi siempre sus efectos son positivos, algunas veces nuestro cuerpo no está en condiciones de soportarlo.

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