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Sin duda, el potencial para la reconstrucción de Haití está, pero…

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Hace un año, a las tragedias permanentes de Haití se sumó un terremoto de 7.2 grados Richter, que dejó 220 mil muertos y 300 mil heridos y echó por tierra los esfuerzos de años por levantar al país más pobre de América. Pese a esto, aún hay esperanza.

A un año del terremoto, la recuperación de Haití pareciera estar «en punto muerto», ya que según cálculos, sólo un 20% a 25% de los escombros ha sido removido. El trabajo continúa, especialmente de los ciudadanos privados que hacen grandes esfuerzos limpiando sus terrenos y lotes. Pero, después de la eficiente ayuda humanitaria de emergencia que cubrió los primeros seis meses del sismo, ha habido una reducción de velocidad en la recuperación del país y esto se debe a muchos factores entre los cuales se encuentran la fragilidad del Estado haitiano.

Muchos se preguntan cuánto tiempo se tardará en dar una solución habitacional al millón de personas que aún permanecen en campamentos, pero hay que recordar que antes del terremoto la situación social y económica del país ya era horrible. El terremoto profundizó esa precariedad y la hizo más visible. Las personas que vivían en condiciones infrahumanas en el fondo de los barrancos antes del 12 de enero de 2010, ahora lo están haciendo a la vista de todos, en los parques y en las avenidas principales.

La respuesta que debe darse no es solo a las víctimas del terremoto si no a toda esa sociedad marginalizada desde siempre. Para muchas de las personas en los campamentos, sus condiciones de vida son mucho mejores que antes, ya que reciben algo de comida, agua potable, tienen letrinas, asistencia médica. Según una encuesta reciente, el 58% de las personas en los campamentos prefieren quedarse ahí.

Asimismo, según The Economist, menos de la mitad de los US$ 5.800 millones prometidos para la recuperación se ha concretado, entonces, la interrogantes es: ¿Qué se está haciendo para acelerar la reconstrucción?

Está claro que la capacidad de absorción del país es muy limitada, ya que las estructuras gubernamentales son muy débiles. Ya hay varias decenas de proyectos aprobados que están en su fase de licitación y contratación, por lo que en las próximas semanas se verá un arranque en varios frentes.
Muchos catalogan el 2010 en Haití como los «cuatro jinetes del Apocalipsis»: el terremoto, un huracán, el cólera y la crisis política.

Sin duda, el potencial para el desarrollo del país, para su avance económico, para su reconstrucción está ahí. Si se resuelve el problema político y emerge un nuevo liderazgo, ese país podría salir adelante. Si el nuevo gobierno prioriza establecer un estado de derecho, eso podría generar confianza para las inversiones y la creación de empleo. Si las elites y grupos de interés actúan por el interés nacional, podrían crearse condiciones para reedificar una nación. Si los haitianos asumen sus responsabilidades en los campos de la natalidad, ecología, educación y salud, podría pasar de ser un estado cuasi-fallido a un país en vías de desarrollo.
Al parecer, soñar, no cuesta tanto…

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