Una corta coyuntura política desatada por una decisión del comité político del PLD y la resistencia de un sector del mismo a acatarla, ha servido para que aquilatemos hechos, posturas y procesos.
Del ejercicio analítico sobre lo ocurrido entre el 19 de abril y lo que haya de ocurrir el próximo sábado, con la convocatoria a la Asamblea Nacional revisora que habrá de considerar la modificación del artículo 124 de la Constitución para permitir la reelección del Presidente Medina, se desprenden muchas enseñanzas, además de las conclusiones sobre el proceso político general de las que se han estado encargando analistas y articulistas muy agudos.
Quiero detenerme en algunos aprendizajes que he podido obtener al observar de cerca los hechos. Destaco cómo mientras hubo quienes evidenciaron encono, saña, para referirse a los adversarios, otros supimos mantener una conducta moderada, prudente, sin atizar la confrontación. Hubo quienes fueron agudos y terminantes en sus análisis, pero lo hicieron desde altas miras, desde el examen de los hechos, aunque sus conclusiones fueran contundentes.
Se ha hecho evidente que para algunos actores políticos y de la comunicación, el tratamiento de las contradicciones y disensiones lleva necesariamente al insulto y la descalificación, mientras que para otros, la discrepancia es normal y los argumentos deben ser rebatidos con otros argumentos o con hechos.
La mesura ha sido la característica que mejor ha reflejado la postura del presidente Medina y su entorno más cercano. En lugar de enfrascarnos en diatribas y descalificaciones, nos dedicamos a trabajar por viabilizar la tarea del momento, que era la de contar con suficiente apoyo partidario y congresual para obtener la meta definida.
Quizás de este experimento podamos obtener la sabiduría para, en el futuro cercano, procesar las disensiones con un talante menos crispado, con menos descalificaciones y mas sensatez.
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