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Sobre las alianzas electorales

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Durante un buen tiempo, algunos de los dirigentes del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) expresaron que esa organización política trillaría su propio camino con miras a las elecciones de 2016. Aunque poca gente lo creyó, se vio una posibilidad, si bien remota, de que ese partido desarrollara una estrategia de mediano y largo plazo tendente a reconstruir su propia fuerza política. Sin embargo, su sorpresiva decisión de ir aliado al Partido Revolucionario Moderno (PRM) en las próximas elecciones dejó atrás, una vez y por todas, el llamado “camino propio”, con la agravante de que esta decisión lo conduzca a su auto-destrucción.
A primera vista, la alianza PRM-PRSC parecería que traerá ganancias para ambos partidos. El primero consigue la importante casilla tres en la boleta electoral para colocar la foto de su candidato presidencial, mientras que el segundo salió con una cantidad de candidaturas (12 senadurías, 50 diputaciones y 50 alcaldías, algunas sujetas a validación mediante encuestas) que nadie pudo imaginar que podía conseguir en una alianza con cualquiera de los dos partidos más fuertes del sistema electoral.
Los problemas de esa alianza, sin embargo, son mucho mayores que las ventajas. El primero es que la dirigencia reformista aprobó –no está del todo claro si con el visto bueno del PRM- que en febrero de 2016 realizaría una encuesta para determinar si el candidato presidencial de esa alianza electoral será del PRSC o del PRM, lo que obviamente pone en entredicho la candidatura presidencial de Luís Abinader, cuando lo que debió ocurrir fue que el PRSC expresara su respaldo a este último como primera condición de esta alianza.
El segundo problema es que el PRM dio muestras de una debilidad crónica al ceder 12 candidaturas al Senado a un partido que tiene años sin una presencia mínimamente relevante en esa cámara legislativa y no ha hecho nada para ganarse ese espacio en una alianza electoral con el segundo partido más fuerte del país. El tercer problema es que el PRM encontrará el año nuevo sin haber definido sus candidaturas en todo el territorio nacional, lo que le quitará tiempo y energía con apenas cuatro meses por delante para las elecciones. Y el otro problema es que si el PRM tiene como estrategia –como parece el caso- hacer que se produzca una segunda vuelta ante la improbabilidad de un triunfo suyo en primera vuelta con más del 50%, esta alianza con el PRSC le asegura al PRM que Guillermo Moreno y Alianza País no apoyarán su candidatura ni en primera vuelta ni en una eventual segunda vuelta, lo que dejará al PRM sin opciones de crecimiento para derrotar al PLD en caso de una segunda vuelta.
En lo que concierne al Partido de la Liberación Dominicana (PLD), este sale de sus primarias internas con su imagen sensiblemente afectada por los hechos de violencia que se produjeron en varios puntos del país. El comentario generalizado ha sido que el PLD ha dejado de ser el partido ordenado y disciplinado que fue durante tantos años y que lo diferenciaba de manera palpable de los otros partidos grandes del sistema político dominicano. Las declaraciones del Presidente y del Secretario General de este partido a mediados de semana en el sentido de que someterán a la justicia a los culpables de estos hechos es un paso en la dirección correcta, pero es obvio que el PLD tiene que hacer mucho más para recomponer su imagen ante el electorado.
No obstante estos problemas, el PLD tiene la ventaja de que al amanecer del nuevo año tendrá sus candidaturas definidas en todo el territorio nacional, incluyendo las pactadas con su principal aliado, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), y estará listo para empezar con bríos su campaña electoral. El triunfo de Abel Martínez en Santiago de los Caballeros, aún con los problemas que tuvo ese proceso, coloca al PLD incluso ante la alta probabilidad de ganar la alcaldía de esa ciudad, lo que solo ha logrado en una oportunidad en las elecciones de 1990. Por otro lado, sin embargo, la trágica muerte de Juan de los Santos plantea el reto político de reemplazarlo con una candidatura que, como la de él, garantice el triunfo del PLD en esa importante plaza electoral.
Otro factor a considerar es la unidad interna del PLD. No hay dudas de que las tensiones entre las corrientes que encabezan el presidente Danilo Medina y el expresidente Leonel Fernández han sido las más fuertes en ese partido en mucho tiempo, pero si el bloque opositor está contando en su cálculo electoral con una división de ese partido o con un torpedeo solapado por parte de Fernández a la candidatura de Medina se encontrarán al final del camino que los números no le darán. Todo parece indicar, entonces, que las condiciones están dadas para que ese partido y sus aliados entren en la última fase de la campaña electoral compactados alrededor de la candidatura de Medina, quien seguro se hará acompañar de nuevo por la vicepresidenta Margarita Cedeño de Fernández, con lo cual se garantiza la unida de ese partido de caras a estas elecciones.
En política, sin embargo, nada se determina a priori ni de manera inevitable. La misma está siempre marcada por las contingencias y los imponderables de una actividad en la que los conflictos y las contradicciones son consustanciales a la misma, y en la que incluso elementos aleatorios e imprevistos pueden cambiar el rumbo de una campaña electoral. No obstante, en este cierre de año, a menos de cinco meses de las elecciones, ese es el cuadro que presentan las alianzas políticas en torno a los dos polos que encabezan el PLD y el PRM.

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