Boca Chica, Texas – En un acontecimiento histórico, la nave Starship de SpaceX completó su quinto vuelo de prueba con éxito, marcando un hito en los viajes espaciales al lograr capturar por primera vez su booster Super Heavy con un sistema de brazos mecánicos en la torre de lanzamiento.
Este logro es clave para las ambiciones de la empresa de desarrollar un cohete totalmente reutilizable y de rápido despliegue.
«Un día para los libros de historia», celebraron los ingenieros de SpaceX tras la exitosa captura del booster. En un principio, se pensaba que sería improbable que el intento fuera exitoso en el primer intento, por lo que el equipo no habría sorprendido si la maniobra fallaba y el booster tuviera que aterrizar en el Golfo de México. Sin embargo, la operación se completó con precisión en la torre de lanzamiento de 146 metros de altura en Boca Chica, Texas.
El cohete comenzó su ascenso sin problemas, con el booster y la nave separándose dos minutos y 45 segundos después del despegue. Posteriormente, el booster Super Heavy inició su regreso controlado a la plataforma. En los momentos finales, los motores Raptor ralentizaron la nave desde velocidades de miles de millas por hora hasta una velocidad controlada, permitiendo que las llamas naranjas envolvieran el cohete mientras se colocaba con precisión en los brazos mecánicos.
El aterrizaje preciso del booster no solo elimina la necesidad de complejos equipos en la plataforma de lanzamiento, sino que también acelera la preparación para futuros vuelos, acercando a SpaceX a su objetivo de lanzar cohetes de forma rápida y eficiente. La nave superior de Starship, que algún día transportará tripulación y equipo, también cumplió su objetivo al aterrizar en el Océano Índico aproximadamente 40 minutos después del despegue.
El fundador de SpaceX, Elon Musk, celebró el éxito en su cuenta de X (anteriormente Twitter): «¡Aterrizaje del Ship con precisión en el objetivo! Segundo de los dos objetivos alcanzados.»
Este logro se produce solo 18 meses después del primer vuelo de Starship, que terminó en explosión. SpaceX ha adoptado una estrategia de lanzamientos frecuentes, con la expectativa de fallas, para recopilar datos y mejorar sus sistemas más rápido que sus competidores. Musk y su equipo esperan que esta tecnología pueda transportar humanos a la Luna y eventualmente a Marte, impulsando su visión de convertir a la humanidad en una especie multiplanetaria.
La NASA también tiene motivos para celebrar, ya que ha invertido 2.8 mil millones de dólares en el desarrollo de Starship como un módulo de aterrizaje para devolver astronautas a la superficie lunar en 2026. Sin embargo, la agencia aún debe esperar la autorización de la Administración Federal de Aviación (FAA) para futuros lanzamientos, ya que el organismo ha anunciado que no se permitirá ningún despegue hasta noviembre, mientras revisa las licencias ambientales.
SpaceX ha mantenido una tensa relación con la FAA, que recientemente anunció una multa de 633,000 dólares por presuntas violaciones en sus licencias de vuelo anteriores. Musk respondió con amenazas de demandar a la agencia, mientras SpaceX publicó un comunicado defendiendo sus operaciones y refutando alegaciones sobre contaminación ambiental.
Expertos como Dra. Eloise Marais, profesora de química atmosférica en el University College London, advierten que, aunque las emisiones de cohetes son menores en comparación con otros modos de transporte, los contaminantes de carbono negro generados a gran altitud representan un riesgo significativo para el medio ambiente. Además, la propulsión con metano líquido, utilizada en el Starship, es una tecnología relativamente nueva cuyos impactos aún no se comprenden del todo.
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