La eliminación del odioso impuesto a las sucesiones es una excelente idea que quizás sea realidad luego de que el Senado aprobó el martes un proyecto para modificar la ley 25-69 sobre sucesiones. No entendí bien la explicación en varias crónicas de prensa, pero al parecer el argumento es que la herencia es usualmente una transmisión del derechos de propiedad sobre activos cuyos impuestos deben estar al día al momento del deceso del dueño. Si el propietario original cumplió sus obligaciones tributarias, el Estado no debería cobrar impuestos adicionales a los herederos sólo por el traspaso que resulta del fallecimiento. Sin embargo, en este momento que se prevé una gran reforma fiscal, quizás no sea oportuno continuar con parches y remiendos legislativos que deberían incluirse dentro del nuevo esquema. Hay aspectos como ganancias de capital, revalorización de inmuebles si con el deceso algún seguro salda hipotecas o préstamos con garantía de casas u otras propiedades, y otros, que merecen cuidadosa consideración. Promover mayor prosperidad es mas importante que procurar más ingresos al Estado; eliminar este impuesto será muy aplaudido.