Nueva vez cierta prensa especula que los Estados Unidos presiona al presidente Abinader para crear campos de refugiados haitianos en territorio dominicano. Ahora lo repiten por la llamada telefónica del secretario Blinken para felicitar a Luis por su reelección. Quizás debió llamarlo el propio Biden o el secretario de Comercio para dar alguna buena noticia, como retirar la espada de Damocles que representa la apertura a la importación de arroz, que en Haití quebró a todos sus productores empeorando su crisis, u otras absurdas presiones como su acusación de racismo y esclavismo. Es una algazara patriotera argüir que el Gobierno cederá ante esas presiones que se alega son para variar nuestra política sobre Haití y los inmigrantes ilegales. Washington los expulsa a latigazos, pero quieren que los acojamos aquí. La Organización Internacional de Migraciones (OIM) y el Alto Comisionado para Refugiados (ACNUR), agencias de la ONU, se hacen los suecos ante la inequívoca política migratoria dominicana según nuestro Derecho, mucho más humanitario que como Estados Unidos trata a los haitianos. Abinader ha reiterado, con sólidas razones históricas y de seguridad, que no se establecerán aquí campamentos para refugiados. En Haití hay suficiente territorio e islas para crearlos allá.
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