Dicen que una generación equivale a 30 años y precisamente fue hace esa cantidad de años que dicté una conferencia sobre el tema haitiano en el Hotel Santo Domingo, donde estuvieron presentes tanto Juan Bosch como José Francisco Peña Gómez. Allí dije refiriéndome a la presencia haitiana: “Desde el punto de vista económico, esa presencia retrasa la evolución de la economía, mantiene esquemas de producción que debieran ir siendo sustituidos más rápidamente y detiene el crecimiento de los salarios reales”. También agregué que desde el punto de vista político esa presencia promovía el anti haitianismo e implicaba una debilidad para nuestra política externa frente a Haití.
Hasta esa fecha ese tema se trataba con argumentos patrioteros y emotivos y no con criterios económicos y racionales. Balaguer decía que la presencia haitiana no tenía solución, pero, al mismo tiempo, nombraba al chofer de Trujillo de la noche del 30 de mayo como encargado de reclutar haitianos para el CEA. Juan Bosch, a pesar de que en sus cuentos de juventud sentía mucha preocupación por los haitianos que trabajaban en el país, tampoco se había pronunciado al respecto. Tan solo José Francisco Peña Gómez, a pesar de ser hijo de haitianos, declaró poco antes de las elecciones de 1990 donde sería candidato presidencial: “De llegar al poder en las próximas elecciones prohibiría la importación de haitianos para la caña, mecanizaría el corte y diversificaría la industria… Actualmente en los bateyes no hay nada que buscar a menos que uno quiera convertirse en semi esclavo”.
En cualquier país del mundo los sindicatos son los que más se oponen a la presencia de mano de obra extranjera precisamente porque esta presiona para que los salarios no suban, pero en la República Dominicana no se habían pronunciado al respecto. La Iglesia Católica sí se había referido varias veces sobre el maltrato a los haitianos y en una ocasión lo hizo junto con los obispos haitianos. Los partidos políticos no habían incluido el tema en sus programas de gobierno. En una fecha tan temprana como 1982 aproveché una encuesta y pregunté sobre el asunto y tan solo un 55% opinó que los haitianos deberían ser devueltos a su país.
El tema haitiano se ha utilizado y se sigue utilizando para fines políticos electorales. En 1994 Balaguer utilizó a “los Vinchos” para atacar la candidatura presidencial de Peña Gómez, alegando que de llegar al poder, por ser hijo de haitianos, unificaría la isla. Dos años después, en 1996, Leonel Fernández utilizaría a esa misma gente y con los mismos argumentos para criticar la candidatura de Peña Gómez, quien nunca pasó de un 45% del voto popular. Y hoy día, para la campaña presidencial del 2024, los mismos “Vinchos” atacan a su antiguo aliado Leonel Fernández acusándolo de ser débil sobre el tema haitiano.
Durante los gobiernos de Leonel Fernández se cerraron todos los ingenios del CEA, excepto uno, lo que redujo la necesidad de haitianos en el corte de la caña. Ahora en el gobierno de Luis Abinader se aboga por la mecanización de la agropecuaria y de la industria de la construcción para así usar menos mano de obra haitiana. También este gobierno ha aumentado la deportación de haitianos, pero se ha hecho de una forma tal que los excesos han provocado fuertes críticas, sobre todo en el extranjero, pues hasta personas de padre y madre dominicanas han sido sacadas del país, aunque luego logran retornar. También durante este gobierno y por primera vez ha tomado mucha importancia el retorno voluntario hacia Haití de sus ciudadanos, tal vez temiendo posibles represalias. Es una forma más humana y por eso las salidas voluntarias deben ser estimuladas, facilitándolas.
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