Santo Domingo.- La Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), dio a conocer los resultados de un estudio que realizó en su campus de Santo Domingo sobre el sobreenfriamiento de sus aulas universitarias, donde concluyó que los salones de clases con temperaturas adecuadas pueden contribuir no solo al confort físico, sino también al bienestar emocional y la productividad de los estudiantes.
Resultados que son aplicables al ambiente laboral donde las oficinas, recepciones, entre otras áreas empresariales suelen mantenerse en bajas temperaturas con sistemas de aire acondicionado.
La universidad presentó este estudio en la Semana de Investigación de PUCMM 2024, bajo el título “Sobreenfriamiento de aulas universitarias en un clima tropical urbano”, y la autoría principal del investigador de la PUCMM, Luis Eduardo Garrido, mostraron que existe una relación entre sobreenfriamiento del espacio físico y el estado emocional y la concentración, de las personas que se encuentran allí.
Para llevar a cabo esta investigación, se recolectaron datos cuantitativos de 414 estudiantes (223 mujeres y 191 hombres) en 39 aulas de cinco edificios del campus de Santo Domingo, donde las temperaturas oscilaron entre 19.5°C y 27.8°C, con una temperatura promedio de 23.5°C. También se realizaron entrevistas al personal encargado de la gestión de los sistemas de climatización del campus.
De manera específica, los resultados apuntan a una prevalencia significativa de incomodidad por frío en las aulas, teniéndose que de los 84 estudiantes que reportaron incomodidad térmica, un 85.7% indicó incomodidad por frío y solo un 14.3% indicó incomodidad por calor.
El estudio confirma que existe un impacto directo entre el confort térmico y el estado emocional y la concentración de las personas. “Los estudiantes que experimentaron mayores niveles de confort térmico reportaron emociones positivas más intensas, como sentirse más atentos y concentrados, y menores emociones negativas, como estar nerviosos o molestos”, apunta el resumen de esta investigación.
Durante la exposición de estos resultados, el investigador Luis Eduardo Garrido explicó que esta temática surgió de una experiencia personal de algunos de los investigadores de este proyecto, de pasar mucho frío en lugares como restaurantes, oficinas, bancos, y las mismas aulas universitarias. “Si la persona no tiene confort, lo que sea que este haciendo en esos lugares se verá entorpecido… Si es una oficina afecta la productividad, si es un restaurante podrá afectar su negocio”, dijo el investigador.
También explicó que el sobreenfriamiento tiene sus implicaciones en torno al gasto energético, porque la climatización por aire acondicionado tiene un costo importante y sugirió que estos resultados se pueden ampliar con estudios posteriores que midan el impacto en materia de costos y sostenibilidad.
En el estudio también participaron los investigadores Daniela D’ Aniello, Meily Vicente, Cristóbal Rodríguez-Montoya, Ninoska Abreu-Placeres, Jairo Espinal, Yokasta García y Laura Marín-Restrepo. Los autores de este estudio actualmente se encuentran trabajando en la redacción del artículo para su revisión en una revista científica.
La investigación también arroja que la incomodidad térmica fue más pronunciada en mujeres, quienes reportaron una sensación térmica más fría que los hombres y mayor preferencia por aulas más cálidas.
Aproximadamente el 40.4% de las mujeres reportó usar ropa adicional, como suéteres o abrigos, en comparación con solo el 18.9% de los hombres. “Este uso de ropa adicional se interpretó como una estrategia de adaptación al sobreenfriamiento, pero plantea una limitación para el confort térmico, ya que obliga a los estudiantes a realizar ajustes constantes que pueden ser incómodos o inapropiados para el entorno universitario”, agrega el estudio.
El análisis de las temperaturas medidas en las aulas indicó que el confort térmico de los estudiantes y su capacidad de concentración fueron mayores cuando la temperatura se mantuvo entre los 23.5°C y 24.0°C, lo que sugiere que el establecimiento de un rango de temperatura óptimo puede ayudar a maximizar el confort y el rendimiento académico. Los resultados de esta investigación ya fueron compartidos con las autoridades de la universidad.
Dado que el confort térmico inadecuado puede reducir el bienestar y la productividad, esta investigación recomienda que las instituciones evalúen y ajusten sus prácticas de climatización para reducir el consumo de energía y mejorar la satisfacción de las personas. Al ajustar la temperatura en un rango óptimo y evitar el sobreenfriamiento, las universidades pueden crear entornos educativos más cómodos y saludables, lo que contribuye tanto al rendimiento académico como a la sostenibilidad ambiental.
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