REDACCIÓN.- Tras casi 5 años de ausencia en los escenarios Luis Miguel volvió para mostrar el por que se había tardado tanto e iniciar su gira a casa llena con el primero de 10 conciertos en Argentina.
Según medios internacionales, el artista duró un largo tiempo preparándose a nivel personal para poder volver al escenario y volvió para demostrar que sigue siendo el rey.
Durante dos horas y media, el músico se movió como pez en el agua, como si jamás se hubiese ido: bailes sensuales, gritos, miradas cómplices y esa sonrisa inoxidable que desde pequeño, en sus comienzos, fue su marca registrada y despertó los gritos de sus fanáticas, como los que en la jornada del viernes a la noche se escucharon en el estadio del barrio de Villa Crespo.
Desde su llegada a Buenos Aires, ciudad que eligió para dar comienzo a su gira mundial que lo llevará por Sudamérica, Estados Unidos y México producido por Fenix Entertainment y CMN, comenzaron todo tipo de especulaciones sobre si realmente era él o se trataba de un doble que ocuparía su lugar. Es que el cambio físico (tuvo una baja notable de peso) y su destreza alimentaron el mito, al que muchos suscribieron con conspiraciones de lo más diversas.
Nada más alejado, bastó que sonase el primer acorde de “Será que no me amas” el tema con el que abrió su concierto- para confirmar que se trataba del mismísimo Luismi y que su increíble registro vocal sigue vigente como siempre, a sus 53 años, aún con el paso del tiempo y con las marcas que le pudieran haber dejado los excesos. Ya no quedaba espacio para teorías disparatadas, ¿cuántos mortales pueden cantar así?
Un show a puro color
A las 21 horas en punto y vestido de impecable traje negro y camisa blanca, emergió del escenario. Antes, una pantalla horizontal proyectó un resumen del camino a la fama: desde pequeñito, cuando con su juvenil melena y sus tiernos dientitos separados asomaba como El Sol de México hasta este presente inmejorable.
a enorme expectativa por verlo se materializó en localidades agotadas en tiempo récord. En cada ticket adquirido, se conjugan la espera, la ilusión por verlo y el sacrificio para juntar el dinero de ese pase tan preciado. Y esa vibración se notó ya desde temprano, cuando sus fanáticas -en su mayoría mujeres- esperaron en largas filas a que abrieran las puertas combatiendo el clima invernal cantando cada uno de sus temas. Otras, más jugadas, Llegaron en un colectivo de la línea 45 piloteando por Hugo Robles, conocido como El Luismi de 45 Una filmación lo volvió viral y en tiempo de redes dejó de ser un secreto guardado para aquellos que viajaban bajo su tutela a diario desde la estación de Remedios de Escalada a la de Retiro.
Las historias se multiplican y nada parece mucho para estar cerca de Micky, como lo apodan al cantante. Un préstamo para una mudanza que se convirtió en un abono de diez entradas, viajes desde todas partes del país y hasta un micro rojo cargado de chicas que vinieron desde Chile para anticiparse a lo serán sus presentaciones en ese país.
A cada una de las 15 mil personas que asistieron al show les entregaron pulseras luminosas tal como sucedió en los conciertos de Coldplay. De este modo, todos formaron parte de la escenografía, que con juegos de luces, un escenario más bajo a la altura del público y una pantalla más grande que las habituales -junto a otras pequeñas arriba y en los laterales- parecían formar parte de un ensamble preciso, en el que cada uno cumplía su rol a la perfección. Entonces, si sobre el escenario primaba el color rosa, en cada una de las pulseras se encendía una luz del mismo color que completaba el cuadro. Y así con cada uno de los temas, en los que se diseñó una gráfica y una impronta diferente que tenga relación con la canción en cuestión.
La puesta en escena se llevó aplausos, pero el sonido también fue impecable con una orquesta integrada por tres coristas, cinco vientos, dos tecladistas, guitarrista, bajista, percusionista y baterista que acompañaron con dinamismo al músico y jerarquizaron su set list. En cuanto a la elección de los temas, el show fue un recorrido ininterrumpido de clásicos de sus 40 años de carrera. Tras el puntapié inicial, llegó una seguidilla de éxitos como “Amor amor amor”, “Dame”, “Culpable o no”, “Suave” y “Hasta que me olvides”, entre otros. Y desde allí un esquema perfecto que agrupó temas por género para que nadie se pierda de escuchar su “momento Luis Miguel preferido” a lo largo de las décadas y todos contentos.
El repertorio
Primero fue el turno de los boleros, con una selección de las mejores canciones de sus álbumes “Romance” y “Segundo Romance”. Así sonaron “No me platiques más”, “Usted”, “Por debajo de la mesa” y “No se tú”, entre otros.
No faltó el guiño al público argentino con algunos clásicos del tango, como “El día que me quieras”, “Por una Cabeza” y “Volver” mientras una pareja bailaba al costado del escenario.
Uno de los momentos más emotivos de la noche fueron los “duetos” junto a Michael Jackson en “Smile” -una versión que planeaban grabar juntos y no llegaron a hacerlo- y a Frank Sinatra en “Come fly with me”, mientras los recordados artistas aparecían en pantalla y quedaban con un juego de luces y edición enfrentados con Luis Miguel para cada uno “interpretar” su parte.
Luego tocaría recordar su época ranchera, y para ese fin ingresaron al escenario una docena de mariachis que con sus trajes y guitarras, alegraron a los que se habían emocionado con los homenajes. “Si nos dejan”, “La Bikina” y “La media vuelta”, las más celebradas del segmento que fue acompañado por una puesta con banderines, catrinas y decoración de la cultura mexicana.
Para el final, la fiesta y el set pop. Aparecieron entonces pelotas gigantes que el público hizo girar por todo el campo vip y entretuvieron al músico que jugó a patearlas; un dron que sobrevolaba el estadio, lluvia de papelitos y mucho color. Con todo eso sonó “Qué nivel de mujer,” “No me puedes dejar así“, “La incondicional”, “Cuando calienta el sol”, entre otras.
El momento más romántico de la noche
Enamoradísimo, el cantante no llegó solo a Argentina sino que lo hizo en compañía de su novia Paloma Cuevas. Tal vez la artífice de este cambio en la vida de Luis Miguel. La pareja se ha vuelto inseparable y ella prometió acompañarlo a cada paso de su gira.
Si bien no se la vio en el estadio, el cantante creó una atmósfera íntima y mirando constantemente al costado del escenario mientras cantaba el popular tema “Cucurrucucú Paloma” le hizo un guiño a su amor que no pasó desapercibido. A capela, con todo el escenario a oscuras y un halo blanco de luz iluminándole, Luismi repitió en varias ocasiones el nombre de Paloma, haciendo gala de su excepcional técnica vocal.
Para el cierre, otro gesto dulce pero ahora con las fans: repartió rosas blancas que antes se encargó de besar una por una, a modo de bendición para las afortunadas que se lleven el souvenir a casa.
Luis Miguel no habló en las dos horas y media que duró su concierto. Solo gritó “Buenos Aires” y “Argentina” pero nunca se dirigió a la gente, ni siquiera para darles la bienvenida ni para despedirse. No devolvió la gentileza ante el pedido de los bises ni dejó mensajes encriptados: fue franco, llegó para cantar y así lo hizo; contentó a todos los gustos y se mostró sonriente, conectado y feliz. A veces, las palabras están de más y los hechos son lo verdaderamente importante.
Prometió volver y volvió, esta vez para revalidar su corona y para demostrar que se puede, que supo renacer de las cenizas, dejar los excesos, mejorar su calidad de vida, sanar y volver a enamorarse. Retomar los escenarios, comandar el Luis Miguel Tour 2023 que ya tiene 65 fechas confirmadas y hacer feliz a su público incondicional. El rey está más vivo que nunca.