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Trump y su política hacia Cuba

Hace 50 años las sanciones tenían razón de ser en un mundo polarizado por la Guerra Fría, hoy en día, solo sirven como combustible para que los defensores del comunismo justifiquen un sistema fallido.

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REDACCIÓN.- Con el retroceso del deshielo hacia Cuba, Donald Trump se quiere mostrar al mundo como un defensor de las libertades y los derechos humanos. Sin embargo, los argumentos esgrimidos para revertir el proceso iniciado hace treinta meses por su antecesor Barack Obama, no representan continuidad ideológica en la política exterior del magnate republicano.

Las restricciones incluyen, inicialmente, la limitación de los viajes a la isla y la prohibición de las relaciones comerciales con el conglomerado militar cubano, hasta tanto se mejore la situación de los derechos humanos en la isla. Es decir, la liberación de presos políticos y elecciones.

No obstante, Trump no aplica las mismas condicionantes en sus relaciones con otros gobiernos autoritarios. En sus cinco meses en el poder, firmó un acuerdo comercial con  China, su primer viaje al exterior fue a Arabia Saudita y realizó ventas millonarias de aviones F-15 a Qatar, después de acusar al emirato de financiar el terrorismo «a un nivel muy alto».

Asimismo, invitó a la Casa Blanca al presidente filipino, Rodrigo Duterte, cuestionado por la comunidad internacional por su política antidroga, que ha llevado a miles de ejecuciones extrajudiciales.

Resulta también contradictorio de que el proyecto de presupuesto del gobierno de Trump reduce en forma sustancial el financiamiento de la Agencia de Cooperación Estadounidense USAID en el mundo, y principalmente a Cuba y Venezuela, la cual cuenta con programas de protección y promoción de los derechos humanos y fortalecimiento de la sociedad civil.

En cada uno de estos casos, la política exterior se ha supeditado a intereses económicos y geopolíticos. Resulta difícil entender, entonces, que el retroceso del deshielo tenga un interés genuino de empoderar al pueblo cubano.

Aunque la intención fuera buena, las medidas solo empeoran las condiciones de vida de los cubanos. El turismo representa una importante fuente de ingreso y el comercio con entes estatales, tiene un efecto derrame en la economía.

Hace 50 años las sanciones tenían razón de ser en un mundo polarizado por la Guerra Fría, hoy en día, solo sirven como combustible para que los defensores del comunismo justifiquen un sistema fallido.

Para Estados Unidos mantener su liderazgo en el mundo  necesita actuar en forma más coherente, eficaz y creíble. Los vaivenes e indefiniciones en su política exterior, y las retóricas insustanciales, no son más que cohetes sin dirección que inexorablemente explotarán en la misma sala de la Casa Blanca.

 

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