Redacción Internacional.- Pete Broadhurst, un hombre de 79 años, en el año 2019 se realizó una operación de cirugía estética para arreglar sus mejillas y en ella gastó 13,000 euros.
A raíz de dicho procedimiento y de varias cirugías correctiva, su ojo izquierdo sigue permanentemente abierto, lo que le está causando problemas constantes. Pete tiene que taparse los ojos cuando duerme y usar gotas ocho veces al día para evitar que se sequen.
El problema de Pete comenzó en 1959, cuando se sometió a una cirugía dental que le provocó agrandamiento de las mejillas. Después de tres relaciones en las que aumentaron sus inseguridades sobre su apariencia, Pete decidió que quería someterse a una cirugía correctiva.
Entonces decidió a finales de 2018 que se sometería a un procedimiento. Acudió a una clínica de Birmingham donde por 13,000 euros se sometió a un estiramiento de cuello, una blefaroplastia debajo de los ojos y una rinoplastia que ayudaría a reducir sus mejillas.
El 24 de enero de 2019 se le realizó el procedimiento, que duró nueve horas, siendo dado de alta al día siguiente. Regresó al hospital dos semanas después de la cirugía para que le quitaran los puntos y les dijo a los médicos que sus ojos estaban muy irritados y llorosos. Pero Pete afirma que le dijeron que todo era normal y que estos efectos secundarios pasarían por sí solos.
Semanas después, en un examen rutinario, le detectaron un problema en los ojos y fue derivado a un especialista, donde le dijeron que sus ojos no se cerraban completamente cuando parpadeaba o dormía, lo que le causaba irritación, una complicación común de la cirugía de párpados llamada ectropión.
En mayo de 2019, el cirujano plástico que lo atendió por primera vez aceptó hacerle una operación gratuita para hacerle un injerto de piel en los párpados. Pero, más de dos años después, Pete afirma que todavía no puede cerrar completamente su ojo izquierdo, y con el derecho también tiene problemas.
A Pete le recetaron gotas para los ojos para que las tomara ocho veces al día, y le dijeron que colocara una toalla en el microondas para envolverse alrededor de sus ojos cuando durmiera.
Su visión ahora es tan pobre que no puede conducir un coche o distinguir las expresiones faciales de las personas, y ha tenido que abandonar su pasatiempo de practicar tiro porque no puede ver el objetivo.
Desde entonces, todos los hospitales privados se han negado a realizar más cirugías, ya que podrían exacerbar sus problemas de visión. «Sea quien sea en quien confíes, incluso un cirujano de primera, por favor, ten cuidado porque puede arruinar tu vida», sentencia.
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