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Un medicamento que se usa para las artritis podría ser también eficaz para pacientes graves con COVID-19

Se probó en un ensayo con 289 pacientes hospitalizados con neumonía en 15 localidades de Brasil.

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REDACCIÓN.- El fármaco tofacitinib se usa solo o con otros medicamentos para tratar la artritis reumatoide, la artritis psoriásica y la colitis ulcerativa, entre otras afecciones. Pertenece a una clase de medicamentos llamados inhibidores de la quinasa Janus (JAK, en inglés) y actúa al reducir la actividad del sistema inmune. Ahora hay más evidencia que el tofacitinib podría llegar a ser una opción para el tratamiento de pacientes graves con COVID-19 y neumonía que se encuentren internados en hospitales.

Investigadores clínicos del Hospital Israelita Albert Einstein de San Pablo, en Brasil, con un equipo de otras instituciones médicas y con el financiamiento de la empresa Pfizer, que produce el medicamento, realizaron un ensayo aleatorizado y controlado para evaluar si puede ser indicado en pacientes graves con el coronavirus, que han desarrollado neumonía. Publicaron los resultados en la revista The New England Journal of Medicine.

“Los resultados del estudio con tofacitinib en pacientes graves con COVID-19 y neumonía son interesantes. Ya tenemos experiencia con ese medicamento porque lo indicamos en pacientes con artritis reumatoidea y lesiones pulmonares. Tiene buena tolerancia en los pacientes y un buen perfil de seguridad. El nuevo trabajo está metodológicamente bien hecho”, dijo a Infobae el médico neumonólogo Jose Manuel Viudes, del Hospital Italiano de Buenos Aires y coordinador de cuidados domiciliarios de la prepaga Swiss Medical Group. El experto no participó en la realización del ensayo con tofacitinib.

“Si se administrara en Argentina, se podría dar desde el primer día de la internación de los pacientes para prevenir que la neumonía progrese y los lleve al uso del respirador. Con el impacto de las variantes, estamos observando que pacientes jóvenes sin factores de riesgo requieren del respirador a los 7 días en promedio de la infección. Si hubiera más evidencias, el fármaco tofacitinib podría sumarse de manera precoz”, agregó el médico.

A pesar del rápido desarrollo de las vacunas, una gran parte de la población mundial sigue estando en riesgo de contraer COVID-19. Por lo tanto, se necesitan terapias eficaces, seguras y fáciles de administrar para los pacientes hospitalizados con COVID-19, expresaron los investigadores. Las manifestaciones graves de la infección por el coronavirus se asocian a una respuesta inmune exagerada impulsada por la interleucina 6, y otras citocinas, un proceso que se llama “tormenta de citocinas”.

El medicamento tofacitinib se admimistra en pastillas, y actúa sobre diferentes mecanismos moleculares. Como consecuencia, no se desencadena ninguna respuesta celular y se suprime indirectamente la producción de citocinas. Los investigadores tuvieron en cuenta que la acción del tofacitinib en múltiples vías de la cascada inflamatoria puede mejorar la lesión pulmonar progresiva impulsada por la inflamación en pacientes hospitalizados con COVID-19.

Para tener con evidencia del beneficio del medicamento, se llevó a cabo un ensayo multicéntrico, aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo para investigar la eficacia y la seguridad de tofacitinib en pacientes hospitalizados con neumonía por COVID-19 que no recibían ventilación no invasiva o invasiva.

En el ensayo clínico, participaron 289 pacientes que fueron aleatorizados en 15 centros de Brasil. La muerte por cualquier causa hasta el día 28 se produjo en el 2,8% de los pacientes del grupo que recibió el tofacitinib y en el 5,5% de los del grupo de placebo. Se produjeron acontecimientos adversos graves en 20 pacientes (14,1%) del grupo de tofacitinib y en 17 (12,0%) del grupo de placebo.

Como conclusión del estudio, los investigadores sostienen en el trabajo reportado que “entre los pacientes hospitalizados con neumonía por COVID-19, el tofacitinib condujo a un menor riesgo de muerte o insuficiencia respiratoria hasta el día 28 que el placebo”.

La mitad de los participantes recibió el fármaco en un comprimido de 10 miligramos dos veces al día, y el cuidado estándar como los glucocorticoides que frenan una respuesta inmunitaria hiperactiva, mientras que la otra mitad recibió un placebo y cuidados estándar. Después de 28 días, el 18.1 por ciento del grupo que recibió el tofacitinib evolucionó hacia la insuficiencia respiratoria o la muerte, en comparación con el 29 por ciento del grupo del placebo. Significa la administración del tofacitinib representó una reducción del riesgo relativo estadísticamente significativa del 63 por ciento.

“Nos sentimos alentados por los resultados iniciales de nuestro ensayo aleatorio de tofacitinib en pacientes hospitalizados con neumonía por COVID-19. Estos resultados aportan nueva información que indica que el uso de tofacitinib cuando se añade al tratamiento estándar, que incluye los glucocorticoides, puede reducir aún más el riesgo de muerte o de insuficiencia respiratoria en esta población de pacientes”, dijo a través de un comunicado de prensa el doctor Otavio Berwanger, director de la Organización de Investigación Académica del Hospital Israelita Albert Einstein.

“El estudio se basa en la hipótesis de que la inhibición de quinasa Janus (JAK) podría mitigar la inflamación sistémica y alveolar en pacientes con neumonía relacionada con la COVID-19”.

Desde que se inició la pandemia, las empresas farmacéuticas y las instituciones científicas públicas y privadas de todo el mundo se pusieron a investigar con los medicamentos ya existentes y a desarrollar nuevos.

Recientemente, la Organización Panamericana de la Salud salió a advertir que “sigue siendo apremiante la necesidad de elaborar ensayos clínicos aleatorizados de alta calidad que incluyan pacientes con COVID-19 a fin de poder desarrollar estrategias de manejo fiables. La importancia de los ensayos clínicos controlados aleatorizados con un diseño adecuado es fundamental en la toma de decisiones basadas en la evidencia”.

Esa agencia sanitaria hizo el reclamo porque consideró que “hasta el momento, la mayoría de la investigación en el campo de la COVID-19 tiene muy baja calidad metodológica, lo que dificulta su uso y aplicación”. Circulan sugerencias de tratamientos por redes sociales que no han sido evaluadas con los ensayos controlados.

Estos estudios son claves porque implican la comparación entre pacientes que reciben el medicamento y otros pacientes a quienes no se les administra. De esta manera, se puede saber si los beneficios de un medicamento superan a los riesgos.

Según la Guía Viva de Revisión de la evidencia de la Organización Panamericana de la Salud, los medicamentos esteroides se han evaluado en quince ensayos clínicos controlados aleatorizados. Demuestran que la administración de dosis bajas y moderadas (la dosis utilizada en el estudio RECOVERY fue dexametasona 6 mg diarios por vía oral o intravenosa durante 10 días) probablemente reducen la mortalidad en pacientes con infección grave por COVID-19.

También esa guía consideró que el medicamento tocilizumab, en base a los resultados de trece ensayos, probablemente reduce la mortalidad y los requerimientos de respirador sin un incremento importante en efectos adversos graves en pacientes con enfermedad grave o crítica.

En tanto, se señaló que los resultados de tres ensayos clínicos muestran que el sarilumab podría reducir la mortalidad y los requerimientos de ventilación invasiva sin un incremento importante en efectos adversos graves en pacientes con enfermedad grave o crítica. Sin embargo la certeza en la evidencia resultó baja y se necesita más información para confirmar esos resultados.

Fuente: Infobae 

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