Redacción.- Mark notó que algo no andaba bien con su hijo, el pene lucía inflamado y parecía que le producía dolor, por lo que decidió tomar fotos con su celular de la entrepierna del menor, sin imaginarse lo que vendría después de enviarlas.
La esposa de Mark se envió algunas de las fotos de su hijo a su celular para poder subirlos al sistema de mensajería del médico. Con la ayuda de las fotografías, el médico diagnosticó el problema y le recetó antibióticos, pero este incidente le costó a Mark más de una década de contactos, correos electrónicos e hizo que la policía iniciara una investigación en su contra al quedar inmerso en una red algorítmica diseñada para atrapar a las personas que intercambian material de abuso sexual de menores.
Según un diario estadounidense, dos días después de tomar las fotografías de su hijo, sonó una notificación en su teléfono: Google había inhabilitado su cuenta debido a “contenido nocivo”, lo cual constituye “una violación grave de las políticas de Google y podría ser ilegal”. Un vínculo para “conocer más” lo dirigió a una lista de posibles motivos, entre los que figuraba “el abuso y la explotación sexual de menores”.
Al principio, Mark se sintió confundido, pero luego se acordó de la infección de su hijo. “Dios mío, tal vez Google piensa que se trataba de pornografía infantil”, pensó.
Llenó un formulario para solicitar que Google analizara la decisión y explicó que su hijo había tenido una infección. Al mismo tiempo, descubrió el efecto dominó del rechazo de Google. No solo perdió los correos electrónicos, la información de contacto de amigos y antiguos colegas y la documentación de los primeros años de vida de su hijo, sino que su cuenta de Google Fi fue cerrada, lo que significó que tuvo que conseguir un nuevo número de teléfono con otra operadora.
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