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Batalla Electoral 2024

Una seria critica

Esa que la respetada y recordada figura del desaparecido Miguel Cocco, uno de los  artífices de la llegada al poder del Partido de la Liberación Dominicana, calificó como “la principal causa de la pobreza en nuestro país”, una concluyente sentencia que cada día cobra mayor vigencia.

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No guardó en cartera ni  ahorró críticas el Obispo de la diócesis de San Francisco de Macorís al pronunciar la homilía durante el oficio religioso efectuado el pasado sábado con motivo del aniversario del natalicio del patricio Juan Pablo Duarte, al referirse a los políticos oportunistas y corruptos.

Sin rebuscamientos, monseñor Fausto Ramón Mejía, atacó con palabra llana y dura el tema de la corrupción pública, afirmando que la misma está legalizada desde antes que los funcionarios electos y designados hayan tomado posesión de sus cargos en función de lo que gastan para ser elegidos y los sueldos que perciben en las instancias de poder que van a ocupar.

Con cáustico acento, el prelado católico expresó sentirse admirado por algunos “hermanitos” que han tenido la destreza y habilidad para multiplicar los peces. Que entraron sin nada al Estado y hoy exhiben grandes fortunas sin justificación porque son muy inteligentes y han sabido ejercer el arte de la patraña y el engaño.

Al respecto, el obispo francomacorisano advirtió que muchos políticos ganados por esa mentalidad de lucro personal, carecen de condiciones tanto éticas como intelectuales para poder servir al país conforme al ideario duartiano, inspirado en la promoción del bien común.

Fue precisamente en base a este principio que  el Padre de la Patria  postuló que después de la filosofía, era la política la actividad más noble a la que podía dedicarse el hombre.

Lamentablemente son contados los políticos que se guían por la norma de que “al poder se va a servir y no a servirse”, y por el contrario, la aplican en sentido inverso y en provecho propio, amparándose en el poder para enriquecerse en forma codiciosa y desmesurada, apelando a todas las malas artes y mañas, sangrando el presupuesto de la nación,  apropiándose de los dineros públicos y contribuyendo al empobrecimiento general, retrasando el desarrollo del país  y en no pocos casos, haciendo una insultante ostentación de sus bienes mal habidos.

No es por gusto que en la medida en que ha ido descendiendo el nivel ético del ejercicio político, la clase política ha ido hundiéndose en un descrédito cada vez mayor y la que el patricio exaltó como “la más noble actividad” se ha convertido en sinónimo de oportunismo y corrupción rampantes.  Lo expresan, bien a lo claro, todas las encuestas con la misma crudeza que colocan el tema de la inseguridad ciudadana como el elemento de mayor preocupación ciudadana.

Las duras expresiones utilizadas por el obispo de San Francisco de Macorís no deben entenderse solo como una crítica que define y alcanza a buena proporción de nuestros políticos.  Es más bien una clarinada de alerta a esa clase para rectificar el torcido rumbo que la está conduciendo al despeñadero del total descrédito, del que pocos podrán emerger impolutos y mantener su prestigio.

Y de ser  así es muy probable que una buena cantidad de los  que aspiran a mantener sus posiciones actuales, reciban la desagradable sorpresa de verse rechazados en las urnas por un pueblo que cada día cobra más conciencia de los graves perjuicios que se derivan de la corrupción. Esa que la respetada y recordada figura del desaparecido Miguel Cocco, uno de los  artífices de la llegada al poder del Partido de la Liberación Dominicana, calificó como “la principal causa de la pobreza en nuestro país”, una concluyente sentencia que cada día cobra mayor vigencia.

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