Estábamos en los mediados del 2013 de la Era Cristiana.
La República Dominicana empezaba nuevamente a llamar la atención de los medios de comunicación de masas por un hecho novedoso.
Era un caso insólito.
Primer país del mundo americano donde llega la cruz evangelizadora de Cristo, y primer país donde el representante diplomático del Papa, el Nuncio, era denunciado por una grave violación a la ley y las buenas costumbres.
En persona el Arzobispo de Santo Domingo, Primado de América, Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, le entregaba personalmente el caso al Papa Francisco en el mes de julio, dos meses antes que lo hiciera un afamado programa de televisión.
Estupefacto todo el mundo. Pues nada más y nada menos que semanas antes se anunciaba que el nuevo embajador de los Estados Unidos de América era un promotor de los derechos de personas LTGB.
¿Cómo es posible?
Se preguntaban muchos recordando que la Constitución de la República Dominicana es clara: el matrimonio conforme a la ley natural inscrito en la ley positiva es exclusivamente el que se consuma entre un hombre y una mujer.
Las noticias hubiesen indicado lo no grato si el embajador de la República Dominicana llegara a Washington D.C., propugnando en la plaza pública por su derecho a poner a pelear gallos con espuelas de acero, vieja costumbre dominicana, y en realidad lo que escandalizaba sucedía en el lugar de América donde todo fue primero.
Sin embargo, el asombro y el estupor se desvanecían cuando en el mes de septiembre aparecieron dos hechos imprevistos:
En aquellos días también se anunciaba el retiro temporal por licencia de salud de la Cancillería Dominicana del ministro Carlos Morales Troncoso. Su ausencia tuvo un efecto profundo en la falta de iniciativa del Servicio Exterior durante septiembre y octubre de 2013.
El mes de octubre del 2013 transcurrió en la polémica, y ganaban aparentemente los que desde fuera y dentro de la República Dominicana presentaban al pueblo dominicano como dirigido por un grupo de racistas desconocedores de los tratados internacionales.
Durante aquellas semanas la Cancillería Dominicana, sin cabeza, no hacía nada en materia de instrucciones al Cuerpo Diplomático.
Así fue como el 23 de octubre del 2013 el papa Francisco recibió y saludó en un sitio privilegiado de la Plaza San Pedro al presidente del Senado, Reynaldo Pared Pérez. Tal como se supo, el papa Francisco sorprendió a Pared Pérez al plantearle brevemente el tema de los “desnacionalizados”.
“Eso no es así Santidad”, dijo Pared Pérez.
A la primera persona a quien el Presidente del Senado le comentó su conversación con el Papa fue a mí.
Pasamos un momento de incertidumbre, mientras rezábamos.
De inmediato decidí preparar, sin haber recibido instrucciones de la Cancillería sin cabeza, un dossier sobre el tema para Papa Francisco. Lo recibió inmediatamente, fue el Papa el primer Jefe de Estado del mundo debidamente documentado e informado sobre el tema, y lo agradeció por escrito.
Una paradoja: la primera indicación para hacer algo de parte de la Cancillería sin cabeza llegó después que estuvimos junto al Presidente del Senado en la Audiencia con el Papa Francisco.
¿Alguien vio luego en aquellos meses alguna declaración del Papa o la Santa Sede en contra de la República Dominicana?
Sí la vimos del Departamento de Estado del Gobierno de los Estados Unidos. ¿Le hicieron caso a las aclaraciones de nuestro distinguido Embajador en Washington?
En Roma nos correspondió conversar hasta con el Arzobispo de Boston, Su Eminencia el Cardenal Patrick O’Malley, con el recién nombrado Cardenal de Haití Chablys Langlois y con muchos otros prelados y diplomáticos.
Sobre todo, nos dedicamos a defender oportunamente al país frente al despropósito que se produjo en aquellos tiempos para presentar como racista ante los ojos del mundo a nuestro Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, símbolo de la dignidad de la Patria Dominicana.
“Él es bueno”, enterado del despropósito, nos dijo el Papa Francisco delante del propio López Rodríguez el 23 de febrero de 2014.
Amén.
Foto del 23 de Febrero 2014: Papa Francisco, Cardenal López Rodríguez y embajadores Grimaldi De Moya.
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