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Urgente: INAPA al ojo por mil, el mulo lobo y el giro de Danilo

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Tony Pérez.

Boquiabierto me ha dejado el ingeniero Alberto Holguín, director ejecutivo del Instituto Nacional de Agua Potable y Alcantarillados (Inapa). Ha revelado este martes 20 de noviembre al programa televisual matutino A Diario, que la institución a su cargo carece de un registro de sus tuberías en todo el país. Es decir, desconoce por dónde pasan y, por tanto, solo sabe de ellas cuando la comunidad reclama por alguna avería.

Como si fuera poco, ha adelantado que para resolver la carencia de un diagnóstico que sirva de base a la planificación, necesita por lo menos un año. Ha denunciado también que muchas de las oficinas de servicios en las provincias son verdaderos chiqueros donde las secretarias se sientan en bloques de cemento porque carecen de sillas.

¡Válgame, Dios! Una denuncia para infartar en pleno siglo XXI.

Se trata de agua, un alimento vital que, por la dimensión de la declaración del funcionario, no hay garantía de que llegue a los hogares con la calidad establecida por la Organización Mundial de la Salud/Organización Panamericana de la Salud. Muy diferente a lo que se ha cantaleteado durante muchos años.

Desde 1978 hemos tenido tres gobiernos del Partido Revolucionario Dominicano (Guzmán, Jorge Blanco y Mejía), dos del Reformista Social Cristiano (Balaguer) y tres del Partido de la liberación Dominicana (Leonel Fernández). Tres décadas de inadvertencia solo merecen calificativos negativos: indolentes, inhumanos, indiferentes. Porque falta de recursos no es; demasiado dinero gastan los gobiernos en cuestiones menos trascendentes o innecesarias, solo para pagar favores de campañas políticas o satisfacer egos.

Esta grave irresponsabilidad explica el porqué del gran impacto de las enfermedades hídricas en nuestra población. El agua mal tratada es uno de los hábitat ideales de Amebas, Salmonellas, E. coli y otras bacterias que mellan la salud de la gente.

No se sabe cuál es el porcentaje de ausentismo laboral debido a estos microrganismos patógenos; pero todo el mundo sabe que al doblar la esquina siempre hay alguien quejándose por dolores estomacales y diarrea atribuibles a parasitosis.

No hay forma de desarrollar un país donde sus gobernantes sean incapaces de resolver la provisión de agua potable a todos los hogares, porque una población enferma va a ningún sitio. No lo ha hecho INAPA; tampoco la Corporación de Acueductos y Alcantarillados de Santiago, ni la Corporación de Acueductos y Alcantarillados de Santo Domingo. Y eso que apenas somos cerca de diez millones de habitantes.

Solo hay que ver el fiasco del “gran acueducto de Santo Domingo Este”, iniciado en el primer período de Fernández (1996-2000).  Desde el primer día embaucaron a los usuarios diciéndole que el agua subiría sin problemas a cualquier piso. En residenciales como Bello Campo, sin embargo, una gota nunca ha pasado ni de visita; aunque, durante 20 años, caen las facturas con las deudas acumuladas. No he visto antes locura institucional de tal tamaño.

Inapa (igual que la CAASD y Coraasan) urge de un nuevo enfoque. Imposible alcanzar las ambiciosas metas gubernamentales en educación, si la población está enferma.

Aprender de Leonel

Una de las debilidades de los tres gobiernos de Leonel Fernández fue la incapacidad para escuchar y autocriticarse, mientras perdían terreno en la percepción pública.

Mil y una veces el mandatario fue advertido acerca del rechazo popular a parte de su gabinete; pero siguió como “un mulo lobo”. Varios funcionarios suyos fueron verdaderos modelos de desidia y arrogancia, especies de maniquíes que exhibían sin rubor los vestidos y los calzados de una riqueza gestionada a la carrera desde el Estado. Burócratas borrachos de poder que asumieron las instituciones como parcelas propias y las cercaron con un blindaje a prueba de reclamos comunitarios. Eran gobiernitos aparte, concedidos, al parecer, para el usufructo de familiares, amigas y enllaves.

Una parte de los privilegiados con las coronas no era miembro ni simpatizante del gobernante Partido de la Liberación Dominicana. Pero comoquiera daba doble seis. Políticos o “apolíticos”, eran los bueyes sagrados, los amigos del Presidente. Y eso bastaba para ser intocables. Se ufanaban con “asquerosear” a cualquiera que les reclamara trato digno y cumplimiento del deber, porque “no tengo compromisos con ese partido, estoy aquí por Leonel, mi amigo”.

Hoy, mientras el rancho arde por el déficit y la reforma fiscales, los nuevos ricos de la política lucen como si nada pasara, como si no fueran responsables; distantes, indiferentes, en silencio… Nada de buscar una manguera aunque sea prestada para ayudar a apagar el fuego. Son verdaderos expertos en morder las manos de quien los levanta.

El Gobierno actual necesita aprender temprano de los desaciertos de su antecesor. Ya tiene en su haber asomos de sordera, petulancia y desconsideración, características que chocan con la misión y la visión de los buenos servidores públicos. Igual que registra regalos de puestos como si fueran “fincas” a personas ajenas cuya única “habilitación profesional” es tener un “canchanchán” cerca de los centros de decisiones. Han madrugado los indicadores perniciosos. Hay una luz amarilla encendida en el tablero del tren que arranca. La prevención es más segura y barata que la cura de la enfermedad.

El Nuevo Giro

El Presidente Medina ha dispuesto la construcción inmediata de 10 mil aulas que estarían listas para el próximo año escolar y ya ha garantizado consignar en el Presupuesto Nacional de 2013, el 4 por ciento del Producto Interno Bruto para la educación.

Con el propósito de reactivar la economía, ha dispuesto que los ingenieros constructores sean de las mismas comunidades donde construyan las obras y que los materiales sean comprados a las ferreterías locales. Pero ha pedido a los comerciantes de los insumos que no suban los precios.

Con sus primeras decisiones, el Gobierno evidencia un cambio de 360 grados respecto a los anteriores. Y ha sido para bien de la población.

La sensatez aconseja entonces aplaudir que el Presidente tenga agallas gigantes para mirar hacia adelante sin doblegarse, en un contexto de crisis económica nacional e internacional sombrío que ha obligado a huir a súper campeones.

Para obras de desarrollo como las citadas, hay que buscar el dinero hasta debajo de la tierra. Sin temor.

Él tiene el desafío de reducir el sazonado déficit fiscal y tranquilizar la economía, pero sin arruinar la inversión en educación, salud, viviendas, agropecuaria, generación de empleos e investigación, mismas que constituyen el fundamento de su propuesta de campaña. Y sin agregar más tensión al agitado clima social, al aplicar la austeridad reclamada por sus adversarios y el Fondo Monetario Internacional (achicar la nómina pública, reducir el tamaño del Estado para regalar sus empresas al sector privado…).

El Gobierno tiene que sacudir al pueblo y reverdecerle la esperanza, si quiere discurrir el período con relativa estabilidad. Y en el momento, eso no se logra con discursos prometedores, por mucha credibilidad que ostente el Presidente, pues en el ambiente predomina una fuerte rabia: manifiesta e implícita. Se logra con un remolino de dinero en las calles, ya, mientras se avanza en la búsqueda de soluciones de fondo.

¡Mano a la obra! El tiempo no está de su parte.

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