Vida, huellas, muerte… ¿y la eternidad?

En el tránsito de la vida a la muerte, dejamos huellas.

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Vida, huellas, muerte… ¿y la eternidad?

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Santo Domingo.– A veces me detengo a reflexionar sobre la vida; otras veces sobre la muerte; paso de una a otra; las interrelaciono, las cuestiono, especialmente cuando ha dejado de existir un ser querido. Indiscutiblemente, la vida y la muerte son diferentes, pero están interrelacionadas; nacer para morir, son comienzo y final; alegría y tristeza; lo conocido y lo desconocido, dinamismo y estancamiento.

En el tránsito de la vida a la muerte, dejamos huellas; son como el hilo que los ata; si la esencia de las huellas es el amor, será el legado más valioso, tierno y hermoso para la humanidad. Las huellas quedan en todo; están en el proceso de nacer, crecer, aprender, trabajar, disfrutar, viajar, luchar, compartir, al traer otros seres a la vida.

 ¿Qué es la vida?  Es como una escala, una estadía en tránsito; es un llegar por tiempo limitado a equiparnos y seguir rumbo a lo desconocido. Otras veces la comparo con un lugar donde llegamos a pasar unas vacaciones, a conocer, disfrutar, pero donde se necesitan mecanismos para sobrevivir, sembrar, producir.

La vida, en verdad, es un asueto que puede ser muy placentero; la clave está en llevarla con la conciencia tranquila, sin hacerle daño a los demás; se complica cuando nos extralimitamos en la búsqueda de recursos, de diversión; cuando se angustia el espíritu y se desborda la ambición.

 ¿Es la vida una señal divina? El existir envuelve una dinámica muy interesante, hay muchas incógnitas y retos; a veces golpea fuerte, pero lo trascendental es que resista sin herir; es lo mejor para la paz interior.

Durante nuestra estadía dejamos una gran variedad de huellas por doquier; huellas grandes, profundas, imborrables, que calan en el alma de la humanidad; huellas memorables que se dejan establecidas en la sociedad; huellas simples que el tiempo intenta borrar; huellas que el tiempo presenta su inmensidad.

Cada individuo, cada familia, debe ser ejemplo  de amor y paz; de ahí que  debemos valorar la misión  y el esfuerzo de los organismos gubernamentales y eclesiásticos, de las iglesias, que buscan organizar la humanidad de manera institucional, para fomentar el amor, el respeto, la fe y la igualdad.

  ¿Qué es la muerte?  Es la cesación de la vida; el final de las huellas, de una historia; es un adiós; un viaje sin retorno, hacia lo desconocido. De ahí que, si llegamos a la vida, al abastecer su motor, el alma, para el despegue o disfrute, el mejor combustible es llenarla de amor, no hacer daño y así, al partir, al morir, el habernos manejado con sanos valores, es un legado bello, que influye positivamente en los demás.

¿Y el más allá? ¿qué hay en la llamada eternidad? No importa si tenemos o no creencias religiosas, si la vida es una prueba o señal divina, si existe o no la eternidad, cuando actuamos con amor y respeto al prójimo, vivimos en paz y dejando huellas positivas a la humanidad; cuando esgrimimos sanos valores, no debemos sentir temor por lo que hacemos ni por lo que nos espera después de la muerte; lo importante es que disfrutemos de la vida con tranquilidad espiritual, con buenas acciones,  dando amor y en paz, sin hacerle daño a los demás; de seguro que al morir, si existe  un más allá, se  abrirán las puertas al lugar más hermoso que pueda tener la eternidad.

Venecia Joaquín

Venecia Joaquín

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