REDACCIÓN INTERNACIONAL.- A lo largo de la vida, el ser humano experimenta constantes cambios en el cuerpo que afectan tanto física como psíquicamente. Desde la infancia hasta la edad adulta.
En la mujer uno de estos cambios se produce en el momento que decide ser madre.
Desde el primer momento de la fecundación, el cuerpo femenino se ve alterado como consecuencia de la alta actividad de las hormonas que en este periodo se dedican a “proteger” al feto, pero también influyen en el buen funcionamiento de otras partes del organismo.
El embarazo suele ser un periodo de ilusión, pero también de incertidumbre. El cuerpo de la mujer cambiará adaptándose a cada momento de desarrollo del feto.
En este tiempo lo que más preocupa es la salud del bebé; sin embargo, la salud de la madre es fundamental para que este desarrollo llegue a buen fin.
Debido a los cambios hormonales que experimenta el cuerpo de la mujer durante el embarazo, se producen síntomas molestos como las náuseas, el estreñimiento, la retención de líquidos o el cansancio.
No obstante, hay otros síntomas que son menos comunes; algunas mujeres notan que su visión empeora durante el embarazo, debido a los cambios hormonales, lo que suele desaparecer después del parto.
La acumulación o retención de líquidos durante la gestación se produce en ciertas partes del cuerpo, pies, manos, incluso en los ojos.
Esto hace que la cornea y el cristalino se vuelvan más gruesos o cambien su curvatura, lo que provoca la visión borrosa en esta etapa de la mujer.
El aumento de grosor de la córnea puede aumentar las dioptrías, sobre todo en mujeres con miopía, un aumento que suele desaparecer tras la lactancia.
Por este motivo, los oftalmólogos del Hospital Universitari General de Catalunya recomiendan revisar la vista durante los meses de embarazo, no cambiar de graduación y no someterse a cirugía refractaria.
También, como consecuencia de los cambios hormonales, se puede originar una disminución en la producción de lágrima y por tanto irritación ocular y ojo seco.
Para evitar infecciones como conjuntivitis o queratitis, el Servicio de Oftalmología del Hospital Universitari General de Catalunya (OMIQ), aconseja, especialmente a las mujeres que utilizan lentes de contacto, alternar gafas y lentillas durante el embarazo y mantener el ojo húmedo lubricándolo con un colirio o lagrima artificial.
Además, los oftalmólogos apuntan que, “en algunas embarazadas, aumenta la sensibilidad a la luz, lo que puede agravarse por las migrañas, tan frecuentes en las futuras mamás”.
Para reducir este problema los especialistas sugieren utilizar gafas con la protección ultravioleta adecuada.
A medida que avanza el embarazo, cualquier parte del cuerpo se ve hinchada y la zona de alrededor de los ojos, no se libra de esta hinchazón, sobre todo los parpados, especialmente por las mañanas.
Este es otro “efecto secundario” de los cambios hormonales que sufre el cuerpo de la mujer y que puede afectar a la visión periférica.
Para aliviar la inflamación en los ojos los especialistas en oftalmología sugieren, además de beber muchos líquidos para mantener la hidratación, utilizar compresas de manzanilla o de agua fría o una máscara ocular de congelación.
La presión intraocular, es decir la presión que ejercen los líquidos dentro del ojo puede disminuir durante el periodo gestacional.
Las mujeres con glaucoma deben tener en cuenta esto ya que, aunque a veces puede mejorar la tensión ocular, el bebé puede estar expuesto a la medicación antiglaucoma.
La futura madre con esta patología deberá consultar al oftalmólogo para que varíe la dosis necesaria y tener controlado el glaucoma.
El embarazo también puede agravar una patología llamada retinopatía diabética, enfermedad ocular causada por la diabetes que daña los vasos sanguíneos de la retina.
Para evitar cualquier problema durante el embarazo, es importante, además de las visitaras rutinarias al ginecólogo, someterse a controles oftalmológicos de fondo de ojo, especialmente si se percibe cualquier síntoma en la vista, como doble visión, moscas oculares o visión borrosa.
El médico es el único que, ante cualquier cambio, puede diagnosticarlo, tratarlo y tomar las medidas necesarias para tratar de solucionarlo.