Por fortuna para esta nación agobiada, ya casi todos los sectores sociales han reaccionado vigorosamente ante la traumática interrupción de las elecciones municipales, siendo relevante esta semana el comunicado de casi un centenar de entidades empresariales, encabezadas por el Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP), y el de la Fundación Institucionalidad y Justicia al día siguiente condenando enérgicamente la interrupción de la votación y apoyando la investigación por organismos internacionales para determinar causas y responsabilidades.
Hace una semana nos quejábamos en este espacio de que se pretendía ignorar la profundidad de la crisis al conjuro del “to e to y na e na”. Pero la multiplicación de las protestas de los jóvenes, los infinitos toques de cacerolas y de bocinas hasta en las urbanizaciones de clases medias altas y la convocatoria de una marcha conjunta por 13 partidos opositores, que resultaría masiva, con sus respectivas demandas, terminaron por generalizar la convicción de que el país está sumido en una grave crisis política e institucional, signada por una desconfianza absoluta. Y se dieron pasos como solicitar la asistencia de la OEA y suspender el último sainete investigativo del Ministerio Público
Las movilizaciones en la Plaza de la Bandera, y en múltiples ciudades, incluyendo a muchas de los países donde encontraron refugio dos millones de emigrantes dominicanos, han logrado sacudirnos. Gran parte de los que protestan fueron participantes del movimiento Marcha Verde, y expresan la fatiga que han generado la enorme corrupción y la impunidad.
Por lo menos las protestas de ahora, no sólo de los jóvenes, son la reactivación de las multitudinarias marchas verdes frente a las cuales las autoridades cuestionadas se sentaron a esperar el cansancio, sin dar respuesta. Ahora en una coyuntura electoral, están contra la pared y obligadas a responder para evitar que la indignación se convierta en ira explosiva.
Ese temor, y lo han expresado, está en la determinación con que el sector empresarial ha salido a reclamar contención del deterioro institucional que se configuró en los últimos dos años al conjuro de la eterna llama continuista que ha carbonizado la adolescente democracia dominicana. Entienden necesario un pacto político nacional.
Ese deterioro ha sido sistemáticamente recogido en artículos y análisis de estos años, y motivó aquellas Iniciativas Democráticas (IDEM) propugnadas por muy diversas entidades y la anterior directiva del CONEP, para prevenir que el proceso continuista no sumiera la nación en una crisis como la que ahora afronta. Lamentablemente el gobierno tuvo éxito en debilitar aquel esfuerzo. Y aquí estamos unas vez más jugando con fuego, necesitando el auxilio internacional para mantener la estabilidad política, económica y social.
Un gran consenso nacional, que en enero incluyó a la Conferencia del Episcopado Dominicano, ha coincidido en reclamar transparencia democrática y decencia política. Participación Ciudadana y la FINJUS, al igual que las muy diversas organizaciones y personalidades religiosas, políticas y sociales, firmantes del Manifiesto por Elecciones Transparentes, han sido específicas en señalar las garantías necesarias para el ejercicio de la voluntad popular. Al igual que los periódicos y los comentaristas y analistas responsables que no se doblan ante el casi omnipotente y omnipresente poder gubernamental, reclaman juego democrático limpio, sin la irrupción del gobierno y cumplimiento de las normativas constitucionales de libertad, equidad, transparencia y objetividad.
Y después que 13 partidos opositores integrantes de dos coaliciones electorales presentaran un pliego conjunto de reclamos de garantías, con las que coincide la tercera opción presidencial alternativa, demandando el pacto político social, es lógico esperar una respuesta del partido gobernante y de su gobierno, si es que no son sordos.
Ha habido tiempo para que el Partido de la Liberación Dominicana responda al clamor nacional. Mientras el presidente Danilo Medina tendrá hoy mismo la mejor oportunidad para romper su silencio, cuando acuda ante el Congreso Nacional a presentar las memorias gubernamentales del 2019. Como será su octava y última comparecencia, de acuerdo al mandato constitucional, deberíamos esperar que predomine el estadista, el jefe del Estado, el presidente de la nación, en vez del jefe de una facción partidista en que devino Danilo Medina en su segundo período de gobierno. Debe saber que predomina una absoluta desconfianza, por lo que tendrá que hacer un serio esfuerzo para convencer.-