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“Según actúes, así dejaras huellas”

Un cordial saludo a todos mis queridos lectores.

Siempre he dicho que según como actuemos, así nos van a valorar. Depende de cada uno de nosotros el dejar buenas huellas en nuestro paso por la vida. A mí personalmente me agrada mucho el escuchar a la familia hablar de los buenos recuerdos que dejo el abuelo a lo largo de su paso por esta tierra, de lo mucho que aprendieron de el, su cariño, su honestidad, sus valores morales y muchas otras cosas más.

Soy una persona muy observadora, y cuando asisto a un servicio funeral miro a mí alrededor y si veo que en el mismo hay muchas personas es porque esa o ese que falleció dejo una huella de cariño, de afecto y de amistad en todas esas personas, y mientras más personas hay en un funeral, mas grande fue la huella que esa persona dejo entre los asistentes al mismo.

Hace unos días llego a mis manos un escrito y quiero compartirlo con todos Ustedes, pues lo bueno no es para quedarnos con ello, sino para que otros se beneficien también de el, y lleva por titulo: “Quien eres, deja huellas” Y dice así: “Una maestra de New York decidió honrar a cada uno de los alumnos que estaban a punto de graduarse en el colegio. Llamó a cada uno de los estudiantes al frente de la clase, uno por uno. Primero les contó a cada uno como habían hecho huella en la vida de ella, y en la de la clase. Luego presentó a cada uno, una cinta azul, impresa con letras doradas, en la cual se leía “Quien soy deja huellas”. Al final, la maestra decidió hacer un proyecto de clase, para ver el impacto que el reconocimiento tendría en la comunidad. Les dio a cada uno tres cintas azules más, y les pidió que fueran y extendieran esta ceremonia de reconocimiento. Luego deberían seguir los resultados, ver quién premió a quién, e informar a la clase. Al cabo de una semana, uno de los alumnos, fue a ver a un joven ejecutivo de una industria cercana, y lo premió por ayudarle con la planificación de su carrera. Le dio una cinta azul, y la adhirió a su camisa. Luego le dio las otras dos cintas extras y le dijo: Estamos haciendo un proyecto en la clase de reconocimiento, y nos gustaría que usted encontrara a alguien a quién premiar, y le dé una cinta azul. Más tarde ese mismo día, el joven ejecutivo fue a ver a su jefe, quien tenía reputación de ser una persona amargada, y le dijo que él lo admiraba profundamente por ser un genio creativo. El jefe pareció estar muy sorprendido. El joven ejecutivo le preguntó si él aceptaría el regalo de la cinta azul, y darle permiso de ponerla en la camisa. El jefe dijo, bueno, claro! El joven ejecutivo tomó una de las cintas azules y la puso en la camisa del jefe, sobre su corazón y le preguntó, ofreciéndole la ultima cinta, ¿Podría tomar está cinta extra, y pasarla premiando a alguien más? Y le dijo: El estudiante que me dio estas cintas está haciendo un proyecto de clase, y queremos continuar esta ceremonia de reconocimiento y ver como afecta a la gente.

Esa noche, el jefe llegó a su casa y se sentó con su hijo de 14 años, y le dijo. Hoy me pasó algo increíble, estaba en mi oficina, y uno de mis empleados vino y me dijo que me admiraba, y me dio una cinta azul por ser un genio creativo ¡Imagínate! Él piensa que soy yo un genio creativo. Luego me puso una cinta azul que dice: “Quien soy deja huellas”.

Me dio una cinta extra y me pidió que encontrara a alguien más a quién premiar. Cuando estaba conduciendo a casa esta noche, empecé a pensar a quién pudiera premiar con esta cinta, y pensé en ti.

Quiero premiarte a ti. Mis días son muy agitados y cuando llego a casa, no te pongo mucha atención. Te grito por no tener buenas notas y por el desorden de tu habitación.

De alguna forma, esta noche, solo quería sentarme aquí y bien, hacerte saber que tu me importas, tú y tu madre son las personas más importantes en mi vida. ¡Eres un gran muchacho, y te quiero!.

El muchacho sorprendido empezó a sollozar y a llorar, no pudo parar. Todo su cuerpo temblaba. Miro a su padre y entre lágrimas dijo: Papá, hace un rato me senté en mi habitación y escribí una carta para ti y mamá, explicando porque me habia quitado la vida, les pedía que me perdonaran, me iba a suicidar esta noche después de que ustedes durmieran. Yo pensé que a ustedes no les importaba. La carta está arriba en mi cuarto. No creo que la vaya a necesitar después de todo esto. Su padre subió al segundo piso y encontró la carta, sincera y llena de angustia y dolor.

El jefe regresó al trabajo al otro día totalmente cambiado. Ya no estaba amargado, pero se aseguro de hacer saber a todos sus empleados que ellos hacen diferencia. El joven ejecutivo ayudó a muchos jóvenes con la planificación de sus carreras, uno de ellos era el hijo del jefe, y nunca se olvidó de recordarles que ellos dejaban huella en su vida. Por añadidura, el joven y sus compañeros de clase aprendieron una lección muy valiosa: “Quien soy, deja huellas”.

Es por eso mis queridos amigos que yo siempre antes de actuar pienso, si con mi actuación voy a dejar una huella positiva en mis semejantes, si no la voy a dejar, pienso dos veces en cómo debo de actuar. Ojala que siempre podamos dejar una huella positiva en nuestro paso por la vida.

Los dejo con esta lectura de la Carta de San Pablo a los Efesios, Capitulo 4, Versículos del 2 al 4, y dice así:

“Que vivan a la altura del llamamiento que han recibido; sean de lo más humilde y sencillo, sean pacientes y conllévense unos a otros con amor. Esfuércense por mantener la unidad que crea el Espíritu, estrechándola con la paz”.

Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.

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