Redacción Internacional.- A David Bennett, un estadounidense de 57 años con una gravísima insuficiencia cardiaca, le explicaron a mediados de diciembre que no había corazones humanos de repuesto para él, pero que existía otra opción a la desesperada: un trasplante de un órgano de un cerdo.
“¿Haré oinc, oinc?”, respondió el paciente con ironía, según ha relatado su cirujano, Bartley Griffith, al diario The New York Times.
Hoy Bennett es el primer ser humano que vive con un corazón porcino latiendo en su pecho, tras sobrevivir a la pionera operación, realizada el 7 de enero en el Centro Médico de la Universidad de Maryland (EE UU). Y los expertos se preguntan ahora cuál será el siguiente paso de Revivicor, la empresa que está en la vanguardia de esta revolución y ha suministrado el órgano que era de un cerdo y ahora es de David Bennett.
Una vez más, la humanidad se ha desayunado con un hito médico que parecía ciencia ficción hasta el día anterior. Revivicor, sin embargo, lleva ya dos décadas trabajando. La empresa, con sede en la ciudad estadounidense de Blacksburg, se fundó en 2003 a partir de la compañía británica PPL Therapeutics, implicada a su vez en la creación hace un cuarto de siglo de la oveja Dolly, el primer mamífero clonado a partir de una célula adulta.
En sus instalaciones, Revivicor cría cerdos que son el resultado de una auténtica orfebrería genética. Los científicos inactivan un gen relacionado con el crecimiento del corazón, para facilitar su encaje en el pecho humano, y bloquean otros tres genes vinculados a la rápida producción de defensas que provocan el rechazo de los órganos porcinos. Además, los cerdos de Revivicor tienen seis genes humanos insertados en su genoma para facilitar la aceptación de sus tejidos en las personas.
La web de la empresa presenta los órganos porcinos como “productos” de su catálogo. La marca de los corazones de cerdo es UHeart. La de los lóbulos pulmonares, ULobe. El 25 de septiembre, un equipo de cirujanos trasplantó por primera vez con éxito un riñón de Revivicor, de la marca UKidney, a una mujer en muerte cerebral en un quirófano de la Universidad de Nueva York.
David Bennett permanece en vigilancia constante por si su cuerpo acaba rechazando su corazón UHeart.
El nefrólogo Rafael Matesanz, fundador de Organización Nacional de Trasplantes (ONT) de España, cree que el nuevo avance es “una noticia muy importante desde el punto de vista científico”, pero teme “precios disparatados” y un cambio absoluto de paradigma, frente al actual modelo de donación altruista. “El problema pasaría de ser la escasez de donantes a ser el coste económico para los sistemas de salud. Es un negocio fabuloso”, advierte.
Revivicor está ahora en manos de la empresaria Martine Rothblatt, directora ejecutiva de United Therapeutics, la compañía estadounidense que compró Revivicor en 2011 por apenas siete millones de euros.
Rothblatt contó su historia en 2015 a la revista New York, con este titular en portada: “La directora ejecutiva mejor pagada de EE UU antes era un hombre”. Martine Rothblatt, una mujer trans, hizo fortuna fundando Sirius, un servicio de radio por satélite, y en 1996 saltó a la biomedicina creando United Therapeutics, tras descubrir que su hija pequeña sufría hipertensión arterial pulmonar, una enfermedad rara y grave. Su empresa ha desarrollado tratamientos eficaces para esta dolencia.
En 2011, el precio de Revivicor era bajo porque el sector de los xenotrasplantes —los trasplantes entre especies diferentes— acumulaba fracasos en los años anteriores. En 2012, sin embargo, apareció CRISPR, una nueva técnica de edición genética que permite modificar los genes animales de manera rápida y barata.
Aquel avance, ajeno a Revivicor, fue el empujón definitivo. La bioquímica francesa Emmanuelle Charpentier y la química estadounidense Jennifer Doudna ganaron el Nobel de Química de 2020 por descubrir estas tijeras moleculares.
El químico español Marc Güell es uno de los cofundadores de eGenesis, una empresa nacida en la Universidad de Harvard (EE UU) que es la competencia de la compañía de Martine Rothblatt.
“Revivicor lleva dos décadas. Ha sido una carrera de fondo y ya están llegando. Siguen siendo los números uno”, reconoce Güell con deportividad, recordando que en Alemania y en China también hay equipos “muy potentes” haciendo progresos de manera independiente. “Veremos buenas noticias en los próximos años”, vaticina el químico, de la Universidad Pompeu Fabra, en Barcelona.
En 2020 se realizaron unos 120,000 trasplantes de órganos en el planeta, un 18% menos que el año anterior, según el registro mundial gestionado por la ONT, con datos de 82 países. El desplome se debió al colapso de los sistemas sanitarios por la pandemia de covid, en un contexto de reducción de los accidentes de tráfico, tradicional fuente de órganos. El número de donantes fallecidos disminuyó un 13%. De los 7.840 trasplantes de corazón registrados, 278 se hicieron en España.
Un informe de la Pontificia Academia de las Ciencias calcula que los órganos disponibles solo cubren una décima parte de las necesidades mundiales. Marc Güell cree que las piezas porcinas son la solución más cercana para completar las carencias del actual modelo basado en donaciones altruistas.
“Es un sistema que no es tan bonito desde el punto de vista de la solidaridad, pero ahora mismo veo difícil eliminar las listas de espera sin usar algún tipo de innovación radical, porque cada vez envejecemos más, las unidades de cuidados intensivos son mejores en mantener a la gente viva y cada vez hay menos accidentes de tráfico. Las listas de espera para trasplantes no van a reducirse”, opina.
Matesanz muestra sus dudas respecto a cómo se trasladarán los avances estadounidenses al contexto europeo. El trasplante de corazón porcino para David Bennett lo autorizó la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA), que ya había aprobado hace un año la modificación genética de cerdos de Revivicor para uso alimentario.
Estos puercos, denominados GalSafe, carecen de azúcar alfa-gal en la superficie de sus células, lo que permite el consumo de su carne en personas con síndrome de alfa-gal, una alergia alimentaria provocada por la picadura de una garrapata.
En España, explica Matesanz, la autorización de la operación no habría salido de la agencia reguladora de los medicamentos, como en EE UU, sino de la ONT. “Allí se trata como un producto que intentan fabricar en serie. Es otra guerra”, subraya el nefrólogo.
Matesanz recuerda que cada año fallecen unas 30 personas (el 10%) en la lista de espera para recibir un corazón en España, aunque la cifra real podría ser mucho mayor si se suavizasen los requisitos para estar en esa cola.
“Si dispusiéramos de muchos más órganos, entraría más gente en lista de espera”, opina el experto. Es lo que ha ocurrido con los nuevos tratamientos antivirales contra la hepatitis C, tan efectivos que evitan la necesidad de trasplantes hepáticos y aumentan la disponibilidad de hígados para otros problemas.
“Al tener más hígados, se empezaron a trasplantar a enfermos con otro tipo de patologías. Si tenemos más órganos, trasplantamos más órganos. Y con los órganos de cerdos ocurriría eso: se trasplantaría muchísimo más que ahora”, apunta Matesanz.
Pablo Ramírez, jefe de Cirugía General del hospital murciano Virgen de la Arrixaca, cree que la indicación inicial de los corazones de cerdo podría ser “un trasplante puente, para dar tiempo a pacientes en situaciones críticas hasta que llegue el órgano humano”, informa Daniel Mediavilla.
Ramírez explica que en España ya hubo dos programas de xenotrasplantes de cerdos transgénicos a babuinos, en Murcia y A Coruña, pero “los ensayos se pararon porque la supervivencia no era suficiente”. Para Ramírez, podría ser el momento de reactivar las investigaciones.
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