Los feminicidios, es decir, el asesinato físico de mujeres, se han incrementado en los últimos tiempos; digo físico porque son muchas las mujeres que andan con el alma destrozada, a causa de maltrato, de injusticias sociales.
Los feminicidios son productos de males sociales como la corrupción e impunidad, la delincuencia, la injusta distribución de la riqueza, el machismo, la miseria, el hambre, etc.; estos antivalores, son odiosas lecciones, que de una u otra forma, calan en el subconsciente del individuo, produciendo ira, que se manejan de manera diferente, pero que, en mentalidades débiles con vacíos emocionales, conducen a actos horripilantes.
El mal de los feminicidios no se corrige atendiendo casos aislados, con medidas penales, decretos y leyes, sino exterminando las raíces, con firmeza y coraje; erradicarlas, no es solo tarea del gobierno, sino de los diferentes sectores de la población.
Todas las instituciones, públicas y privadas, las familias, deben reevaluarse para determinar si hay pus de antivalores en su interior; donde no hay normas que respeten, el virus penetra fácilmente. Urge evaluar el sistema educativo y cultural; el machismo, la sumisión de la mujer al hombre, muchas veces es por falta de recursos; la injusta distribución de la riqueza y su influencia en jóvenes hambrientos y desempleados, sin futuro, mientras algunos políticos, exhiben bienes mal habidos y lo usan para obtener más poder. Todo esto provoca ira, que se acumula en el subconsciente y en un momento dado se descarga en cualquiera, no solamente contra la mujer.
En la sociedad, hay muchas contradicciones. Se habla de evitar feminicidios, de igualdad de género, de unir la familia, pero tenemos un ministerio de la mujer, otro de la juventud y no hay para el hombre ¿Y entonces? Deberían establecer el ministerio de la familia, que abarque todos sus miembros, con igual tratamiento, para lograr armonía y desarrollo integral.
Debemos recordar que la escuela y especialmente el hogar, son básicos para dar lecciones de amor y respeto, que calen en el alma de niños y jóvenes; nunca usar palabras feas e hirientes; los niños necesitan no solo alimentos para el cuerpo sino también para el alma, para que sean honestos, trabajadores, respetuosos, equilibrados emocionalmente. A los dirigentes de instituciones públicas y privadas, iglesias, partidos políticos, Estado, empresas, etc. debe recordárseles que, con sus actitudes y acciones, pueden estar enseñando antivalores, abusos y violencia, que provoquen feminicidios.
También enseñan negativamente, medios de comunicación que venden sus servicios al mejor postor; la música de doble sentido, llena de vulgaridades, insinuando el uso de estupefacientes, pornografía, etc..; las “chapiadoras”, provocando hasta para cargos públicos; los juguetes de terror; los menores, usando la tecnología sin control, etc.
Indiscutiblemente, los feminicidios son productos de un conjunto de males sociales; mueven a la reflexión profunda; invitan a hacer una reingeniería de la sociedad, inyectándole, urgentemente, valores positivos. En esta tarea irreversible, debemos involucrarnos todos, gobierno y oposición , a fin de hacer una mejor nación.
Recibe las últimas noticias en tu casilla de email