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“Bienaventuranzas del Amigo”

Fe y Vida

Un saludo a todos mis queridos lectores.

Decía José Martí prócer de la guerra de independencia de Cuba en sus versos sencillos: “Tiene el leopardo un abrigo en su monte seco y pardo, yo tengo más que el leopardo porque tengo un buen amigo”. Esta estrofa de los versos sencillos encierran una gran verdad, pues muchísimas veces un amigo es más que un familiar, se preocupa por nosotros a tal extremo como no lo haría aquel por cuyas venas corre nuestra misma sangre.

En el Eclesiástico, Capitulo 6, Versículos 14 y 15 dice lo siguiente: “Un amigo fiel es una protección segura; el que lo encuentra ha encontrado un tesoro. Un amigo fiel no tiene precio; su valor no se mide con dinero”.

Eso que nos dicen estos dos Versículos de la Carta a los Hebreos es una gran verdad, no hay dinero que pueda comprar el afecto de un buen amigo, pues el que lo tiene ya es poseedor de un gran tesoro.

Quiero compartir con Ustedes  algo que llego a mis manos hace un tiempo y lo he guardado porque creo que es muy cierto su contenido y lleva por título: “Bienaventuranzas de los amigos” Y dice así: “Dichosos los que ponen su alegría en alegrar a otros, porque ellos experimentarán la alegría de Dios. Dichosos los que se hacen dignos de que sus amigos les confíen sus secretos, porque de ellos es el reino de los corazones. Dichosos los que hacen favores a sus amigos, aún ahorrándoles la molestia de pedirlos; porque ellos conocerán que el gozo de dar es mayor que el de recibir. Dichoso los que siguen amando a sus enemigos cuando los ven caídos en desgracia, más aún los que aportan su dinero, su tiempo y su bondad para que no caigan, porque ellos serán levantados en sus días. Dichosos los que aman a Jesucristo que amó incluso a los desconocidos, a los ingratos a los molestos, porque ellos cumplen el mandato nuevo del amor. Dichosos los que tienen hambre y sed de amor como quiere Cristo, porque ellos serán saciados con la amistad de la familia de Dios. Dichosos los que aman con corazón limpio porque ellos verán a Dios. Bienaventurado seas tú, si tienes a Cristo como amigo.

Es feliz el que tiene un amigo, pero es bienaventurado aquel que sabe conservarlo, pues la amistad es igual que las plantas que si no se riegan, se mueren.

Mis amigos, yo soy testigo de que tengo más que el leopardo, porque tengo muy buenos y sinceros amigos. Amigos que han estado a mi lado en las buenas y en las malas, cuando he tenido salud y más cuando he estado enfermo. “Recordemos que el espíritu es invisible a los ojos y solo germina lentamente en el huerto del corazón del amigo”.

Termino con el Versículo 24 del Capítulo 18 del Libro de los Proverbios y dice así: “Algunas amistades se rompen fácilmente, pero hay amigos más fieles que un hermano”.

Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.

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